3 : La encomienda.

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La relación de Terry y Daniell's contaba con demasiados cabos sueltos para las miradas sinceramente curiosas de algunos en el pueblo. Ambos lograban excusarse bajo el tonto hecho de ser casi hermanos gracias a la iglesia, pero su forma de relacionarse era algo que realmente no pasaba desapercibido para Guss Tom'ynson; quien casi literalmente vivía a sombra de estos dos y ya conocía por decirlo así, todo sobre su relación amistosa.

Todos los días ambos eran recogidos por Guss para ir, tanto a la iglesia como a su institución escolar. Misma en donde se la pasaban casi todo el día, los momentos en los que les era obligatorio asistir. Lo que, bueno en realidad era casi toda la semana, así que tal vez no estaba con ellos el tiempo suficiente como para que el señor Ander'ns se sintiera satisfecho con la integridad y seguridad de su hijo menor. Menos teniendo conocimiento de quienes se habían mudado actualmente a su calle la semana anterior.

Su insatisfacción, había obligado a Guss a volver a estudiar bachillerato, luego de años de inactividad academia. Misma inactividad se había dado por terminada de forma oficial, aquel domingo a primera hora luego de haber estado junto a el pelinegro en la iglesia rezando a su « dios ». Cosa que era obligatoria cada domingo, al ser este el día de honrar a el señor. Así que, mientras terminaba de tomar sus cosas para dar por terminado su tiempo de vigilia en las sinagogas ubicadas casi hasta el fondo del lugar, un hombre de ropas blancas y cabellos oscuros se le acerco para informarle aquel molesto hecho, que seguramente solo lograría atraerle problemas a futuro.

Y es que, luego de recibir aquella noticia se había estado preparando tanto mentalmente para mantenerse tranquilo dentro del grupo masivo de pubertos con los que obligatoriamente debería aprender a lidiar, que ya no sabia específicamente que esperar. Gracias a esto, llego a la obvia conclusión de que aquella encomienda no le hacía de mucha gracia. Lamentablemente según el hombre de la familia Ander'ns era necesario para la integridad de Terry por lo que era algo a lo que de verdad no podía oponerse. Aún así aquel cuidado a su integridad según su opinión era innecesario, por que estaba cien por ciento seguro de que la presencia de Daniell's era más que suficiente mantener lejos a los problemas que pudiera llegar a presentarse ante su pequeño ángel en la escuela.

Su conclusión era que, Daniell's era lo suficientemente peligroso para que por lógica tuviera la capacidad de cuidar a su inocente dentro de la escuela, y que por ello su presencia no era necesaria allí. Así pues, mientras Daniell's disfrutaba su vida estudiando y cuidando de Terry, el tendría la libertad de disfrutar su tiempo lejos de los mocosos con complejo de parodia musical. Lastima que ya no podría aprovechar esas horas para poder hablar con Karla. Porque era obvio que aquella invitación no había sido algo que tuviera la opción de rechazar.

Una vez llegado el día, con la brisa cálida mañanera invadiendo el ambiente. Con los carros y autobuses andando, el tiempo corriendo mucho más rápido de lo normal y con su auto de tonos oscuros y llantas brillantes aparcado frente a la única institución privada de la zona. Recordandose que esto se trataba de trabajo y que ya no era opcional huir, se encontraba Guss Tom'ynson junto a Daniell's Obverl y Terry Ander'ns. Los tres recostados como palos secos sobre el auto del mayor, todos esperando pacientes la abertura del portón. Sí, gracias a las ansias de Daniell's habían llegado notoriamente más temprano que la mayoría.

Mientras, Guss no podía negar la incomodidad asentada dentro de su pecho al sentirse como mosquito en medio de tantos vestidos iguales. Y es que, aunque desde la perspectiva de Guss todos vestían la misma ropa, las vibras de cada uno eran bastante distintas, contradictorias y ridículamente atractivas para los demás. Eso hacía que Guss se sacara de quicio, que Daniell's sonriera complacido y que el ego de Terry fuera algo palpable bajo su máscara angelical. Camisetas de vestir blancas, corbatas vino tinto, chalecos azul marino o sudaderas negras junto a cosas adicionales agregadas por cada uno, era lo que complementaba sus outfits estudiantiles. Aquello era algo totalmente ridículo para la existencia de Guss, y es que, como odiaba tener que usar nuevamente aquel uniforme después de tantos años.

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