12 : Saber la verdad.

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Al abrazar a la persona frente a ella, la fuerza en sus brazos recayó a un nivel superior. La dolorosa y despiadada verdad le rebatía el alma por sobre todo, aún con Gabriel sosteniéndola en sus brazos la vista que le otorgaba el pequeño espacio existente entre los hombros del otro, le advertía que si venía en busca de cualquier intento de obtener al menos una parte de la verdad, ya sin siquiera decir palabra, la tendría a través de las dos personas restantes de la sala con solo estar enterada vagamente de sus presencias.

Desnivelada con sobre sus pies por la sorpresa, aún sorprendida por el giro de los hechos, su cuerpo no dejaba por completo razonar a su mente. No paraba de temblar sin sentido, mientras sus ojos agua clara dejaban caer con una fuerza lastimera, lo que parecía ser, eran lágrimas de entero desasosiego. Aún con su edad, en los brazos de Gabriel, no pudo evitar volver a sentirse como una niña pequeña anclada a sus brazos. Temerosa de ver lejos de su propio mundo interior.

Pequeños sollozos se escaparon de sus labios, tal vez recapacitando o sencillamente recobrando el sentido de la vergüenza, con una fuerza de voluntad superior, alejo a el rubio de su lado. Una vez lejos, aun temblando de los nervios, con valentía se encontraba postrada frente a los causantes aun necesitada de una respuesta concreta. Lamentablemente todos sus intentos por hacerlos soltar palabra alguna, no dieron resultado verdadero. Las personas frente a ella, incluyendo a el rubio de ojos azul cielo, parecía que solo se burlaban de su poco conocimiento. Aquella pelirroja junto a la alargada chica de cabellos blancos solo dejaban evasivas por sobre la verdad sobre Karla. Más, aunque lo intentara, sus presencias en aquel pueblo, solo delataba a gritos, una gran parte de sus intensiones: Estaban allí por Guss y alguien o algo más.

Aquella corta y refinada chica albina sería un gran problema que los demás tendrían que aprender a manejar. Gracias a lo que había aprendido a ser con el pasar del tiempo, sabía que no podía hacer nada que no fuera mantenerse a el margen. No era como si tuviera un mejor plan, pero aquellas mujeres eran de temer tanto, como los creyentes le temían a el diablo. Aún así, al no ser una verdadera creyente, su mejor idea fue mantenerse firme a la espera de el golpe. Y no se equivocó, en algún punto, luego de cierto tiempo conversando tonterías, el golpe llegó. Para su buena suerte, todo era parte de una estrategia de juego mucho más grande, al igual que en el ajedrez, piezas debían ser sacrificadas para asegurar la victoria. Ella acabaría con los Ander'ns desde dentro, su hermanastro menor se encargaría de los cabos sueltos que pudieran quedar en el exterior. Al fin le pondrían final a todo aquello que los mantenía atados a la vida  en aquel pueblo, solo debía seguir con el plan.

Por otro lado, más específicamente escondido entre los largos y llamativos rosales de la mansión Fleur, se encontraba Guss Tom'ynson junto a Janick De La Fleur. Ambos se encontraban relajados, conversando tranquilamente bajo las luces artificiales y los abundantes rosales que adornaban delicadamente su alrededor. Sentados en lo que parecía ser, era el otro lado del mundo, gracias a la distancia que mantenían con el resto de personas en la mansión, descansando sobre refinados asientos de piel, ambos hombres conversaban relajadamente en medio de  pequeñas amenazas dadas a cada tanto por el otro, para « sentirse en control ».

Para suerte del más alto, Janick había accedido muy tranquilamente a prestarle la importan carta que era Gabriel para lo que restaba de juego. Para este punto su jefa ya debía estar domando gran parte del terreno, solo debía esperar para saber cuando mover sus piezas. Tenía una pequeña idea de donde se encontraría Eleonora en aquel momento, solo le quedaba esperar para recibir un llamado de atención por parte de los Obverl y luego finalmente podría empezar a moverse. Era eso, o irse directo a la emblemática y poco ética distracción, sí, usar a el rubio antes de tiempo era lo mejor. Solo quedaba encontrar un conflicto para utilizarle. Más, lejos de lo que creía ocurriría, sentada en el balcón ubicado curiosamente cerca de las preciosas rosas rojas, se encontraba la persona de la que había estado escapando desde hace tanto tiempo. Esta, consciente de la situación en la casa Obverl y la conversación que mantenían sus juguetes lejos de sus mandatos, se encontraba plácidamente recostada a el balcón, mucho más que al pendiente de la conversación que mantenían aquellos chicos sin su permiso.

Aquella cabellera pelinegra más corta de lo común junto con aquellos ojos bicolor se dedicó silenciosa mente a hacerles compañía lo que resto de aquella noche, misma en donde ambos compartieron cosas que algún día debería cobrar. Aún así, creyó que sería más fácil mantenerles a raya con Ian cuidándoles más de cerca, por otro lado, si se hacia demasiado tarde, podría contar con que Jaén se haría cargo de todo. Por que, fácilmente tanto ella como Guss desconocían tanto el uno del otro, que estaba seguro, cualquiera podría ser el final.

Por lo mismo, siempre tendría bajo la manga un plan B. Tuviera que usarlo o no, estaba segura de algo: se vengaría hasta que no quedara nada. Ella era la jefa, después de todo, sí alguien desaparecía o fallecía de la nada, podía asegurar con toda seguridad que, podría hacerse cargo por si solo. A fin de cuentas, tenía sus propios contactos mucho más influyentes que los de la propia organización. Solo debía deshacerse de su jodido hermano, hací las cosas serían más fáciles. Solo debía terminar rápidamente con el juego, ella también deseaba saber la verdad.

No permitiría que alguien pudiera salirse con la suya, no cuando aun le quedaban pequeños detalles que conocer. Por que de alguna forma, todos en aquel pueblo estaban jodidamente podridos, no merecían perdón. No merecían tener tales derechos como los que aquella madrugada le había otorgado a Karla, jamás podría perdonarse tal falta de sensatez, no podía dejar pasar desinteresadamente la oportunidad de cumplir finalmente uno de sus más grandes sueños. Por ello mismo, debía cumplir, con lo que según todo el mundo, era su deber.

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