23 - Cambios

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Como cada mañana, Jungkook llevó a Jimin a la escuela en su auto. Ese día en particular acompañados del mocoso de Jay, a quién por cierto al profesor Park le había costado horrores despertar y hacerlo levantar. Le había dado un café para que se activara y ahora el adolescente no había parado de hablar durante todo el camino hacia la escuela. Quejas más que nada. Jungkook no veía la hora de que se bajara.

— Me alegra que tengas esa energía — le comentó Jimin al menor. – Espero que la uses en tus clases.

— Sí, cómo no – respondió irónico Jay. – Y, en serio, más vale que no le digan a nadie que pasé la noche en su casa. Ya suficientemente humillante es que todos me vean bajar de este auto en la escuela.

— Créeme, lo que menos me conviene ahora es andar contando que un estudiante pasó la noche en mi casa — confirmó el profesor de Biología.

– Eres un mocoso bastante malagradecido, ¿sabes? – agregó Jungkook. — No has cerrado la boca durante todo el camino, pero no se te escapó ni un gracias ni de casualidad.

— Pues yo no te pedí que me trajeras, les dije que podía venir caminando.

— No lo digo por mí. A mí me obliga Jimin a hacer estas cosas — protestó el pelinegro, recibiendo en respuesta una mirada molesta por parte de su colega. — Lo digo por todo lo que él hizo por ti anoche.

— Ay, déjalo, no necesito que diga nada — lo defendió Jimin. No tenía caso discutir. Después de todo no había hecho nada de eso solo para ganarse algo de cariño por parte de ese chico. Solo lo había ayudado porque era lo correcto, más allá de si a él le gustaba o no.

— Aún así es un maleducado — siguió criticando Jungkook mientras espiaba al mocoso por el espejo retrovisor y veía cómo éste le sacaba la lengua.

— Sí soy un maleducado, la culpa es de mi madre, no mía — explicó Jay quitándole importancia al asunto. – Ve a quejarte con ella, a mí no me jodas.

— ¿Qué dijiste, pedazo de-

— Bueno, ya — interrumpió Jimin. — Es demasiado temprano para discutir.

Jungkook entró a la escuela en ese momento, y rápidamente encontró un lugar para estacionar. — Ya, bájate, mocoso. Y espero no verte en todo el día — le dijo. Jay con una enorme sonrisa salió del vehículo y luego se acercó a la ventana del lado del conductor, la cual estaba baja, y miró a su profesor de Matemáticas.

— ¿Sabes? Me cae mejor mi profe de Biología ahora pero tú no tanto — comentó con tranquilidad.

— Pues estamos en la misma página — respondió el mayor. El chico se fue sonriente y Jungkook bufó cansado. Luego volteó a ver a Jimin quien se veía muy feliz. — ¿Y a ti qué te causa gracia?

— Que dijo que le caía mejor — explicó. Tenía que admitir que sí sentía bien ser querido por el frío y rebelde niño, aunque sea un poquito.

— ¿A cambio de qué? ¿De que ya no me respete a mí?

— Pues se habrá dado cuenta que tú eres un bruto y que yo soy más paciente con él — presumió orgulloso Jimin.

— Ay, sí, seguro. A ti porque no te importó que nos haya arruinado la noche de sexo — protestó Jungkook. Una vez más. Jimin rió. Luego se inclinó hacia su compañero y le habló bajito.

— Que ya te dije que te lo voy a compensar.

— Sí, ¿cuándo?

— Cuando menos te lo esperes — declaró. Jimin dejó un fugaz beso en la mejilla del pelinegro y luego bajó del auto. Jungkook sonrió y luego hizo lo mismo.

La teoría del amor - KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora