|17| Impostor

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Cuando el amanecer dió como anunció un nuevo día Megumi ya se encontraba con su maleta frente al portón de la casa, esperando a que cierto señor se le diera por mover el culo para apresurarse, por suerte su espera no se prolongó más, cuando de manera súbita sintió una mano posarse en su hombro, no necesitó voltearse para saber que Toji estaba a su lado. El mayor lo encaminó hasta que subió al auto y luego él hizo lo mismo, esperaron que el chófer terminara de dejar las maletas en el portaequipaje, para después iniciar el viaje hacia el destino que debían.

Durante todo lo que duró la travesía Toji trataba de hablar y preguntarle cosas triviales al pelinegro para romper el silencio, pero este solo contestaba con monosílabos qué daban corte a cualquier tipo de conversación. No le interesaba en lo mínimo tener que intercambiar palabras con él, solo quería seguir sumido en el silencio de sus pensamientos.

Luego de varias aburridas horas de viaje por fin llegaron y Megumi por un instante se sintió aliviado, pero luego se le pasó cuando recordó quienes eran las personas que los recibirían.

Los Ryomen sólo le daban mala espina. Uno de ellos en específico mucho más.

Por suerte quien les dió la bienvenida fue la señora Itadori, la esposa de Ryomen. Esta los recibió con una cálida sonrisa que a Megumi se le hizo casi idéntica a la de Yuuji, les hizo pasar y al instante llamó a una asistente de la casa para que llevara al omega pelinegro a una habitación para que se instalara, éste solo se dispuso a seguir a la mujer.

En las pocas horas que restaron de la tarde solo se dedicó a desempacar y ordenar sus cosas hasta que se hizo de noche y se le comunicó que la cena estaba preparada y que debía bajar al comedor, él ignoró el llamado y no fué, no quería comer ni tener que ver a nadie. Así que en cambio quiso ponerse a explorar el lugar.

Salió de su habitación y observó el pasillo percatándose de que no había nadie, caminó míentras daba miradas curiosas a ciertos cuadros y pinturas adornando las paredes, parecía un museo. Abrió la puerta de una habitación para echar un vistazo y se quedó asombrado al notar que era un amplio salón y que en el centro había un gran piano reluciente. Sin poder evitarlo se acercó para tocarlo, solo tocar el teclado por que en realidad no sabía como hacerlo producir alguna melodía, el simple hecho de verlo era hermoso.

Una vez terminó de observar todo el salón, salió y abrió otra puerta para seguir su descubrimiento, pero esta vez la habitación era diferente, una sala de juegos. Cerró la puerta detrás de él al adentrarse, habían varios estantes llenos de figuras y adornos, cojines enormes, observó como una gran pantalla era lo único que iluminaba y que además de eso una persona estaba jugando algún tipo de video juego.

Yuuji se giró al sentir la presencia del pelinegro y sonrió al percatarse qué era él.

—¿Como me encontraste? —preguntó con tranquilidad.

Megumi se acercó a paso lento hacia el sofá donde estaba el pelirosa.

—En realidad llegué aquí sin querer. —confesó —solo estaba dando un tour. Encontré varias habitaciones interesantes, no me habría imaginado que hasta una sala de juegos habría.

Solo falta que tengan una sala de tortura de paso.

—Esto fue instalado más que todo por Sukuna en realidad, ¿quieres jugar? —propuso el alfa, emocionándose cuando el pelinegro se sentó a su lado y tomó otro control para jugar.

—Te aviso que no soy muy bueno, —se acomodó en una buena posición —pero que mi espíritu competitivo dice que se defenderá sin importar que.

Yuuji sonrió divertido y asintió para seguido darle al omega que eligiera el video juego que él quisiera.

 𝐈 𝐡𝐚𝐭𝐞 𝐲𝐨𝐮 | 𝐬𝐮𝐤𝐮𝐟𝐮𝐬𝐡𝐢  (omegaverse) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora