Bañados por la luz nocturna, el cielo atestiguando los actos lascivos de aquellas almas insaciables, el deseo desenfrenado de saciarse hasta olvidar sus míseras existencias.
El pelinegro jadeaba con placer al sentir como la longitud del miembro de Sukuna invadía con descaro su interior, tocando sus puntos mas dulces, percibiendo la lubricación de fluidos mezclarse en un frenesí de auto penetraciones, sintiendo las venas palpitantes acariciar las paredes de su intimidad.
Sukuna podía deleitarse con la vista que estaba presenciando, teniendo a Megumi en su regazo, mientras las caderas de este subían y descendían sobre su miembro, la manera en que lo apretaba era simplemente exquisita, tanto, que deseaba fundirse ahí mismo con el. Finas gotas de sudor resbalando en su torso desnudo, recorriendo la blanquecina piel del omega, perdiéndose en el monte de Venus.
—¿Por qué eres tan jodidamente sexy, eh?
Megumi se encontraba bastante perdido en el éxtasis del placer como para comprender lo que el contrario decía. Echó su cabeza hacia atrás cuando su erecto miembro fué tomado entre las gruesas manos del pelirrosa, haciendo presión con el pulgar en la punta y luego masajeando en movimientos circulares, dejando que el líquido preseminal se escurriera por todo el falo.
—T-tocame, más. —emitió bajito entre suspiros, ya no aguantaba, estaba a poco de correrse.
El alfa aceleró el movimientos en sus caderas, tratando de llevar más a fondo su miembro, mientras con su mano masturbaba el contrario, una sincronización de arriba hacia abajo que estaba haciendo ver estrellas al pelinegro. Mismo que sentía como su próstata era penetrada sin cesar, sacándole gemidos tan audibles y exitantes.
—Eres muy insaciable, Fushiguro. —susurró contra su oído, no perdiendo la oportunidad de dirigir sus labios a dónde se encuentran las glándulas de las feromonas y mordiendo la zona, dejando una marca muy visible.
Marcando territorio.
La semilla del omega se derramó en su vientre y manos del pelirrosa, a la vez que sentía como su interior era llenado por la calidez del orgasmo de este mismo. Ambos percibiendo una sensación liberadora.
—Juro que te odio. —expresó Megumi, abrazando la gruesa espalda de Sukuna, demasiado agotado.
"Te odio" de repetía en su mente, una y otra vez, como un eco "eres un maldito imbécil" "Te odio"
—Tambien te odio.
Megumi abrió los ojos, al instante siendo recibido por la oscuridad abrumadora de su habitación, su respiración agitada y las manecillas del reloj siendo los únicos sonidos perceptibles en medio de esta.
Quien sabe por cuántos extensos minutos permaneció inmóvil en su cama hasta que sus pulmones recuperaron el flujo normal de aire, hasta entonces, se sentó y encendió la lámpara posada en la mesita de noche, logrando así tener una mejor vista del entorno.
Valla entorno.
—Pero-que-putas-acaba-de-suceder...
Ahí iba de nuevo otro lío mental.
Si alguien en ese momento lo miraba, podrían afirmar que se trataba de un cuerpo sin alma, carente de expresión, ni siquiera parpadeaba. Pero su mente, pegaba gritos de ignorancia, exigía una explicación.
Lo que acababa de soñar, era indescriptible para el en ese instante. Incapaz de comprender como su mente podía haber creado algo como eso, y el motivo de era aún más desconocido.
Suspiró cansado, apartando las sábanas humedecidas de su sudor, pero también se dió cuenta de algo más, su ropa interior estaba igual y entre esta; una dolorosa erección yacía.
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𝐈 𝐡𝐚𝐭𝐞 𝐲𝐨𝐮 | 𝐬𝐮𝐤𝐮𝐟𝐮𝐬𝐡𝐢 (omegaverse)
FanfictionA Megumi le llega su celo en el peor de los momentos, sobre todo por que para empeorar la situación quien termina supliendo su inevitable deseo es aquel alfa de cabello rosa y tatuajes peculiares. Sukuna, la persona a la que más detesta.