Megumi estaba a punto de tener un ataque de nervios y de ser posible uno cardíaco. Hacía unos segundos que se había despertado, el detalle era que no estaba en su habitación, si no en una diferente, y para el colmo; desnudo.—No puede ser... —dijo casi inaudible, con la mirada pérdida —Y ahora que carajos hice.
Aprender de sus errores era lo que menos hacía, al contrario; los empeoraba más, su mente funcionaba de una manera bastante peculiar, o quizás una manera de describirlo en palabras sencillas; era un Ingenuo.
—Maldito hijo de puta. —se dejó caer de espaldas otra vez a la cama, observando nada más que el cielo raso. Lo primero que pudo pensar y al no tener recuerdos de la noche anterior, era suponer que seguro se había puesto demasiado ebrio y Sukuna se había aprovechado de el en ese estado y claramente todo había terminado en sexo.
Casi quiso llorar.
Había tenido su primera vez y ni siquiera lo recordaba, tampoco es como si le importaba que hubiera sido "especial" o "mágico, eso le daba igual, pero lo que le jodía era que había sucedido en las circunstancias que menos se había imaginado, y como cereza del pastel; con la persona que quería agujerear a balazos.
Y como por invocación de lucifer, apareció el mismísimo causante de desgracias.
Se volvió a sentar tan veloz que hasta le dió vértigo.
—¡Explícame que mierda fue lo que pasó! —le ordenó justo cuando vió al pelirosa entrar.
—Buenos días a ti también. —sonrió, quedándose de pie unos centímetros lejos de la cama —pero que temperamento, mocoso.
—Estúpido infeliz, dime qué sucedió anoche. —la calma ya la había perdido hacía mucho, y no estaba en sus planes volver a recuperla. Se arrastró hasta la orilla de la cama para levantarse, cubriéndose en todo momento con las sábanas. No pensaba quedarse ni un segundo más ahí. —¿Dónde está mi ropa?
Sukuna observó con aburrimiento como Megumi estaba desesperado intentando buscar sus prendas, y por su puesto no logrando encontrarlas.
—¿Podrías calmarte? Me están dando mareos con solo verte como perro buscando su hueso.
El pelinegro volteó a verlo con la mirada inyectada en furia.
—Pues no me mires y problema resuelto. Devuélveme mi ropa ¿O es acaso otro de tus estúpidos juegos de mierda?
—No tengo ni el más mínimo interés en prestaste atención. —respondió sin expresión alguna, a Megumi por un momento le desconcertó no ver la habitual sonrisa malvada y engreída, pero le terminó dando igual.
—Si claro, como ya te aprovechaste de mi dices eso ¿No? —reprochó —Espero lo hagas disfrutado, por que en tu asquerosa vida creas que volverá a suceder algo así
—Tienes mucha imaginación, enserio. —fué lo único que dijo el pelirosa, sacando un cigarrillo y un encendedor de su bolsillo para luego empezar a fumar.
—Devuélveme mi ropa, ahora mismo.
—Yo no la tengo, ¿Que cojones quieres que haga? —dio una calada, dejando que la nicotina penetrara su sistema para luego expulsar el humo por la boca. Una calma imperturbable, casi, de no ser por quién estaba en esa habitación con el. —Yuji se encargó de eso.
Megumi frunció el seño, confundido.
—¿Y que tenía que ver él con mi ropa?
—Que fastidio que no recuerdes tus idioteces. —sukuna murmuró por lo bajo —Voy a tener que refrescarte la memoria. —tiró la colilla del cigarro al suelo, pisandola al instante —Anoche te aventaste a la alberca con todo y alma.
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𝐈 𝐡𝐚𝐭𝐞 𝐲𝐨𝐮 | 𝐬𝐮𝐤𝐮𝐟𝐮𝐬𝐡𝐢 (omegaverse)
FanfictionA Megumi le llega su celo en el peor de los momentos, sobre todo por que para empeorar la situación quien termina supliendo su inevitable deseo es aquel alfa de cabello rosa y tatuajes peculiares. Sukuna, la persona a la que más detesta.