|15| Inconvenientes.

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Y ahí estaba Megumi, considerando que tan miserable habían si sus diecisiete años de existencia. Encontrando y concluyendo qué a parte de ordinario sí había sido una mierda, sobre todo desde los siete años cuando su madre murió y luego su progenitor se fue por cigarrillos y no encontró el camino de regreso, al menos así lo veía él.

Estando de camino a la residencia de Toji Fushiguro, su padre; pensó en todas las cosas que deseaba reclamare y echarle en cara, quería exigir respuestas, aún sabiendo que si las obtenía igual una parte de él le iba a tener el mismo desprecio. Se agarró de la cabeza, frustrado por la repentina aparición que le había quitado la paz mental en tal solo segundos cuando su padre le dijo que estába en la ciudad y que quería verlo, ademas de agregar que mandaría por él, a lo que Fushiguro en un inicio pensó en oponerse a toda costa por que ni siquiera quería volver a verlo, pero a fines concluyó aceptando no más para reclamar una infinidad de cosas.

Odiaba que le afectara, pero sí me lo hacía. Y no era para nada de su gusto.

El corazón le empezó a latir con más fuerza y rapidez cuando el chófer dió vuelta y los portones de acceso se abrieron para que este ingresara, anunciando que ya estaban ahí, que habían llegado y que ahora respiraba el aire que su padre en el mismo diámetro de distancia. De pronto las manos le empezaron a sudar asi que las restregó contra su ropa para calamar cualquier muestra de nerviosismo. Vamos, no era para tanto, solo iba a ver a su padre desaparecido desde hace diez años.

El conductor abrió la puerta del auto para que el pelinegro bajara y este así lo hizo para luego ser escoltado por otro hombre que salió de repente del interior de la casa, con traje elegante y una desbordante amabilidad que inquietó al omega, haciéndole fruncir levemente los labios.

Para cuando estuvieron en el salón de la casa y el hombre no se detuvo, fue él quien lo hizo. No pensaba ir más allá, si Toji quería verlo pues tendría que ir hasta él, suficiente había hecho con llegar hasta ahí.

—Eh, ¿Señorito Fushiguro? —el sujeto se percató qué el joven se había quedado quieto —¿puede acompañarme? Su padr-

—No, no pienso moverme de aquí. —le cortó con brusquedad —lo esperaré aquí, tengo cosas que hacer y si no puede moverse hasta aquí entonces me iré.

El contrario pareció querer debatir y aclararle la situación al muchacho, pero al ver la determinación con la que este hablaba optó por asentir.

—Bien, le haré saber al Señor Fushiguro. Por favor espérelo aquí.

Se marchó y Megumi suspiró aliviado, algo que no iba a permitir es que le impusieran órdenes a antojo.

No más.

Mientras esperaba en la estancia, se tomó la libertad de escrutar con detenimiento el lugar en el que se encontraba. Aquella gran casa gozaba de lujos, no en exageración pero se notaba la fineza de ciertos muebles y la armonía de los colores blancos y negro que dominaban cada rincón, a él le pareció hasta aburrido, pero sin duda veía que las "vacaciones" de diez años le habían sentado de maravilla a aquél hombre que por cuestiones biológicas era su padre.

Apuesto a que hasta otra familia debe tener ya. No se por que se toma la molestia de querer verme.

—¿Megumi? —la intromisión del llamado le hizo darse vuelta para encontrase a Toji a tan solo metros de distancia, portando una camisa carmín de mangas largas dobladas hasta los codos en conjunto con pantalones negros de vestir, destilando elegancia y un porte qué por un momento llegó a impresionar al pelinegro. Él no lo recordaba así. —Hijo, que alegría verte. —Toji sonrió carismático mientras se acercaba al chico y extendía los brazos para apresarlo en un abrazo que no le fue correspondido por el otro.

 𝐈 𝐡𝐚𝐭𝐞 𝐲𝐨𝐮 | 𝐬𝐮𝐤𝐮𝐟𝐮𝐬𝐡𝐢  (omegaverse) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora