Segunda parte de la trilogía 'LOS ARCHIVOS DEL CÓNCLAVE'.
Lejos de las luces y el estruendo de Senylia, se esconden los oscuros secretos de Cumbre Aciaga, un pueblo perdido donde la calma abrumadora de lo salvaje los hará enfrentar a sus más profund...
«Tú estarías muerta y él ejecutado, un destino trágico pero bastante poético, romántico incluso, ¿no crees?»
La voz de Caín rondaba como un fantasma en mi cabeza, un asesino al acecho.
Evité mirarlo durante todo el almuerzo, pero sus palabras lúgubres me perseguían con la insistencia de la desgracia.
──No te ves muy bien, cariño ──amenazó esa voz tétrica.
──Bonita, ¿estás bien?
Cas apoyó su mano en mi mejilla, hasta entonces noté que había captado la atención de todos en la mesa, Cassiel y Erin me miraron con interés, Caín me sonrió tras una copa de vino.
──Estoy bien, no tengo nada, solo me acosté muy tarde anoche.
──Quizás podrías echarte un momento ──ofreció Erin──. Cas tiene razón en que no te ves muy bien.
──Tonterías ──soltó Cassiel──. Yo la veo perfectamente, ¿verdad, Constantino?
Hasta entonces noté que Esen y él habían sido los únicos que se mantuvieron en silencio, sus espaldas rectas como varas.
──Sí, claro, no pasa nada.
Me apresuré a cortar el sachet de mayonesa para mi arroz, demasiado nerviosa con tanta atención repentina y terminé por rebanarme un dedo.
──Mierda.
La sangre goteó sobre la mesa, apenas lo suficiente para hacer un enchastre sobre mi comida.
──Esen, preciosa ──El tono de Caín fue bajo y helado, me remontó a meses atrás──. Ve a la cocina por otra servilleta para Raizel.
──Cas, llévate a Raizel a arriba ──sugirió Erin, intentó pero falló en sonar casual.
Cas colocó mi dedo en un vaso con agua y Cassiel se quejó sobre cómo otra vez hacíamos mucho alboroto por nada, pero yo solo podía ver a Esen.
Me quedé paralizada ante el hambre en sus ojos, los vasos sanguíneos trasluciendo sus iris, no se movió ni un milímetro, pero desde mi lugar pude notar la atención voraz de un cazador agazapado.
──Esen, vete a la cocina ──ordenó Caín.
Ella obedeció como una autómata, sin dirigirme ninguna mirada más, incluso mientras Cas me dirigía escaleras arriba.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.