Segunda parte de la trilogía 'LOS ARCHIVOS DEL CÓNCLAVE'.
Lejos de las luces y el estruendo de Senylia, se esconden los oscuros secretos de Cumbre Aciaga, un pueblo perdido donde la calma abrumadora de lo salvaje los hará enfrentar a sus más profund...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Cuando volví a mi habitación tenía un recado de Isaac, quería verme.
Estaba seguro de que querían saberlo todo, ¿qué había soltado Raizel?, ¿cedió?, ¿qué tanto?
Sabía que ella recordaba gran parte de lo que me habían borrado, pero era extraño pensar que hubiera estado de acuerdo en eso.
Recordé su respiración suave en la enfermería, su apariencia casi angelical mientras la veía dormir.
──Raizel ──probé su nombre en mis labios como el de una droga que llevaba un tiempo sin consumir.
Recordé sus ojos profundos y oscuros, la curvatura suave de sus labios llenos y su pelo azulado cayendo detrás de su espalda hasta rozar su cadera.
La forma en la que me había besado.
Me dejé caer sobre la cama y al momento en que lo hice entendí que había sido una pésima idea.
Su perfume persistía en mis sábanas con una necedad que no podían compartir sus recuerdos.
Permanecí en la habitación a oscuras, en el silencio de la noche, tragué con fuerza antes de aspirar su perfume en una larga calada.
Cerré los ojos para recordar cómo había estado tendida sobre mi cama, volví a imaginarla ahí, pero esa vez justo debajo de mí y besándome como lo hizo esa misma noche.
Quería verla romper su fachada, verla arquearse y gemir, y rogar.
Quería verla de rodillas, probándome con esos labios perfectos, mirando con esos ojos seductores.
Exhalé al imaginarla en mi cama, retorciendo las frazadas y suplicando mi nombre, pidiendo que la saciara.
Raizel se mordería los labios de esa forma que me desquiciaba, clavaría esas uñas en mi espalda para pedirme que fuera más rápido, más fuerte y yo lo haría porque incluso en una estúpida fantasía no podía resistirme a ella.
Luego ella se iría, porque siempre había sido una jodida.
Exhalé, la probé todavía en mis labios, una droga que me tenía en la agonía de un largo periodo de abstinencia, de la que no sabía si estaba bien rehabilitado.
᯽• ────── ೫ ────── •᯽
Al otro día atendí al laboratorio dos horas antes de mi turno, el guardia de seguridad me observó extrañado, pero igual me dejó entrar sin muchas más ceremonias.
Media hora después me avisó que Liria Salem quería verme en su oficina, una habitación que profesaba el mismo aire antiguo que el resto de la academia, un edificio ancestral para el que, al igual que los vampiros, nosotros éramos un suspiro. Aunque, a diferencia de ellos, mostraba las huellas del paso del tiempo, en la humedad que corría las gruesas vigas, las rayas en los tablones de madera y las manchas de humedad en las paredes pintadas con cal.