Capítulo 31:
La rosa del cazador.
Observé mi reflejo en en el espejo de cuerpo entero, el verde realzaba el tono oliva de mi piel y el rosa dorado de mi cabello.
Intenté buscar alguna muestra de mi nueva condición, mi piel no parecía haber sufrido grandes cambios, no tenía un halo angelical envolviendome, aunque suponía que el punto estaba en que seguiría conservando la misma apariencia de juventud en diez, treinta y doscientos años.Si llegaba, claro, siempre estaba la posibilidad de que el virus me llevara a la locura en mucho menos tiempo, aún era muy pronto para saber si había sido un resultado positivo.
Eliseo Karravarath indicó esa mañana que debíamos estar todos a la mesa para la cena, según él, la familia debía estar unida en tiempos de adversidad, no mencioné lo que creía yo de su discurso.
Al salir de la habitación me crucé con Cassio Karravarath en los pasillos, debía mencionar que no era mi Karravarath favorito ─y eso era bastante decir─, pero aun así me detuve ante su semblante afligido.
Antes de que le preguntara, él me dió la respuesta.
──Raizel escapó con Rival.
Me tendió el trozo de papel que comprobaba sus palabras, una nota rápida de Raizel donde no explicaba sus razones, me dejé caer en el sillón que adornaba el pasillo.
──¿Cuándo lo encontraste?
Se pasó los dedos por el cabello desordenado.
──Fui a buscarla para la cena y encontré esto, hay que avisar a Constantino.
Con presteza, me paré frente a él para detenerlo.
──No, déjame esto a mí, si ellos huyeron juntos…
──¿Crees que estará a salvo con él? ──gruñó.
Un odio profundo carcomía cada una de sus palabras. No tuve tiempo para sus ataques de celos.
──Lo hablaré con Constantino, Raizel no es el tipo de persona impulsiva y no se escaparía de esta forma ──indiqué──. Pero puede que Rival la haya convencido para hacer esta estupidez y sé que ella confía tanto en él como para seguirlo.
──¿Entonces la buscarás?
──Claro que sí.
Parecía un poco más relajado entonces, decidí que no tenía tiempo para tratar con él y su resentimiento, un Karravarath era problema suficiente como para lidiar a la vez, excesivo si en la cena tendría que soportar al clan completo.

Constantino y yo fuimos los últimos en arribar a la mesa, el señor Eliseo había elegido el gran comedor principal, un lugar por completo tallado en piedra, con pisos en un negro reluciente y estatuas del mismo material adornando la lúgubre escena, el techo se perdía en la inmensidad, la habitación estaba en penumbras y los pasos de los sirvientes resonaban con fuerza en ecos vacíos.
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Presas
VampireSegunda parte de la trilogía 'LOS ARCHIVOS DEL CÓNCLAVE'. Lejos de las luces y el estruendo de Senylia, se esconden los oscuros secretos de Cumbre Aciaga, un pueblo perdido donde la calma abrumadora de lo salvaje los hará enfrentar a sus más profund...