18. Raizel | No caigas.

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Capítulo 18:
No caigas.

Decidí que iría en busca de Esen, quería hablar con ella, quizás darle el apoyo que necesitaba y pedirle perdón por no haber estado ahí los meses anteriores

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Decidí que iría en busca de Esen, quería hablar con ella, quizás darle el apoyo que necesitaba y pedirle perdón por no haber estado ahí los meses anteriores.

Le pedí la dirección de Caín a Cas y, para mi suerte, fue fácil ubicar el edificio cuando la ví entrando en un complejo adosado con fachada de ladrillos expuestos.

Al entrar, las estructuras se veían bastante viejas y una escalera subía en caracol hacia todos los pisos llegando al último, era de hierro grueso y ornamental, me pregunté cuánto tiempo tenía ese pueblo.

Fui justo detrás de Esen, no había ningún encargado, supuse que en un pueblo tan pequeño no tendría sentido.

Pude verla subiendo ya por la segunda planta cuando la llamé, tiré la cabeza hacia atrás para poder observarla con la luz amarillenta del lugar.

Esen entornó sus grandes ojos al verme, solo un momento, luego se aferró a la baranda, aunque intentó mostrar una actitud desenfadada.

──¿Qué haces aquí?

──Quería verte ──señalé lo obvio.

Pero ella lanzó una mirada allá de los pasillos, me rehuyó, distante aun si no borraba su sonrisa.

──No deberías estar aquí.

Parpadeé varias veces ante el golpe.

──¿Cómo dices?

──Es mejor que vuelvas a la casa Karravarath ──fulminó──. No tenemos nada que hablar ahora.

──Esen..., ¿hace meses que no nos vemos?

──Entonces sigamos así ──se exasperó──. Finge que no existo, Raizel, como hiciste todos estos meses.

Esa vez fui yo la que no tuve la fuerza para mirarla.

──En verdad lo siento...

──Muy tarde, Raizel, vete a casa, o a donde sea que estés viviendo ahora, ya no tenemos nada en común.

Esen se mantuvo impecable en su postura, una máscara gélida la cubrió.

Mis ojos ardieron y luego sentí algo pesado, amargo y denso enroscado en mi garganta.

──Solo estás siendo cruel, quieres alejarme porque crees que me harás daño, por lo que sucedió en el almuerzo...

──Cree lo que te haga feliz mientras te mantengas lejos de mi puerta.

──Todavía hay una forma de salvarte, Esen, la estoy buscando...

Ella se alejó de la baranda y corrí detrás de ella, me apresuré a cerrar la distancia subiendo los escalones con presteza.

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