IX

764 111 48
                                        






          

Sería posible, se preguntaba Dazai, ¿no sentir ningún tipo de impulso humano ni sucumbir a su propia naturaleza? Porque ahora mismo no deseaba comer, dormir, no existía nada más, nada que no fuese su príncipe salido de sus mejores fantasías

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Sería posible, se preguntaba Dazai, ¿no sentir ningún tipo de impulso humano ni sucumbir a su propia naturaleza? Porque ahora mismo no deseaba comer, dormir, no existía nada más, nada que no fuese su príncipe salido de sus mejores fantasías. A sus ojos, ver a Chuuya era ver un cuadro celestial con pinceladas única y, si algún dia llegase a estat cara a cara con el gran creador, antes de que aquella divinidad lo mande al diablo, le daría sus más sinceras felicitaciones por crear a alguien como lo era Chuuya. Luego de eso podía arder cuanto quiera en el infierno, porque al cielo, lo está viviendo a cada segundo que está con el.

—¿Porque insistes en usar camisa incluso en tu forma de tritón?

Chuuya quien estaba reposando en una piedra elevada por el mar, pareció indignarse. —¿Ah? Es lo normal ¿o no?, quiero decir tu no irías por allí desnudo.

Reprimió una sonrisa, prácticamente Chuuya estaba desnudo, para comenzar ¿existe el concepto de desnudez para alguien mitad pez-mitad humano?

—Claro, tienes toda la razón Chuuya.

Dazai estaba sentado en el pastizal, simplemente adorando las palabras y figura del pelirrojo, llevaba su ropa diaria la cual era muy básica y su amado bolso donde llevaba libretas, o cosas muy banales.

—Estas demasiado amable y menos irritable hoy ¿que te ocurre? —pese a que pudiesen confundirse con palabras de preocupación, fueron dichas con cierta impaciencia, propia de él.

—¿Debe ocurrirme algo para darle la razón a mi amigo tritón quien asegura temer de "ir desnudo"?

—Si. Mejor vuelve a antes.

Logro robarle una pequeña sonrisa a ambos, quienes parecían no cansarse de sonreír embobados por el otro.

—Ya, dencerio, ¿pensabas en algo?

Chuuya mantenía un pequeño ramo de flores blancas, a las que Dazai llamaba "campanitas". Pero sin cavida a duda, lo más bello frente a él no era aquel mar brillante, menos el cielo que pintaba todo de colores vívidos, siquiera esas baratijas que colgaban de aquellas manos. Todo, el cielo, el mar, y las flores, estaban allí para adornar la pieza principal, a aquel ser mágico que lo miraba con una preocupación pura, pura como solo el podría dar.

—Pensaba en dios.

—¿Dios? —Preguntó mientras intentaba secarse en la orilla al lado de Dazai.

—Si, estas familiarizado con ese concepto ¿cierto? —no sabía ni que era lo que decía por ver aquel espectáculo frente a él, sería un pecado no hacerlo, sentía algo de pena al ver aquellas escamas turquesas esconderse.

—Obvio, ¿por quien me tomas? aunque dudo que tengamos la misma imagen.

Al ver aquellos orbes brillantes como el mismo cielo de la mañana, si, cree que no tienen la misma imagen de "deidad".

El chico del rio | SoukokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora