Las sirenas sonaban como criaturas provenientes de cuentos de hadas, y Osamu estaba muy alejado de ese tipo de fantasías, no creía en la magia ni en príncipes encantadores, por otro lado; Chuuya, no era capaz de ver el mundo sin un filtro de magia y...
TW: luego del segundo separador se hace mención de problemas familiares/discusiones y mención del Ranpoe.
[!] a final del capitulo hago menciones a usuarios que siguen la historia en forma de agradecimiento.
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—¿Entonces vas avanzando con los estudios de sangre de la semana pasada? —Preguntaba un distraído pelirrojo mientras jugaba con un manojo de florecillas.
Un sonoro grito de frustración se escucho por toda la costa.
Ambos estaban a la orilla del mar como ya era costumbre, durante una semana Chuuya visitaba o convivía con Dazai en su hogar, en tierra. La otra semana Dazai iba diariamente a la orilla del mar donde siempre lo esperaba un emocionado tritón. Esto se debía a que Chuuya comenzaba a sentir malestar luego de estat mucho tiempo fuera del agua y además, Dazai nunca tuvo en mente sacarlo de su "habitad natural", por llamarlo de alguna manera.
Luego de que haya desahogado su frustración en un suspiro, más parecido a un grito, volvió su mirada al tritón.
—Me parece genial que hayas descubierto lo que es el afecto físico, pero... —busco en su inventario de palabras, cual fuese que no suene agresiva para aquel momento. —Pero tu cola realmente pesa, y estoy mojado con mucho frío.
—Oh.
Chuuya estaba básicamente encima de Dazai "sentado", en su regazo, apoyándose en el pecho del castaño disfrutando del calor ajeno. Además de que había forzado a Dazai a sentarse en una zona donde las olas recurrentemente los mojaban a ambos.
Un sentimiento de vergüenza lo invadió, bajándose rápidamente—casi tirandose—del regazo ajeno, fue tanta la vergüenza que se esfumó en el agua, nadando lejos donde Dazai no pudiese verlo.
—¡¿Ha?! ¡Chibi vuelve! —Intentaba levantarse a duras penas sintiendo las piernas dormidas por soportar mucho peso recientemente.
—¡Chuuya! Si no vienes iré por ti y no me quiero mojar más. —amenazaba al aire con la esperanza de que sus palabras lleguen a oídos del tritón.
Y cuando estaba por levantar las mangas de su pantalón para comenzar a caminar más cerca del agua, los cabellos cobres ya conocidos se asomaban por encima de una piedra lo suficientemente grande como para ocultarlo. Se notaba ofendido, quizás muy molesto, pero para el castaño resultaba difícil tomarlo en serio cuando sus mejillas estaban tan rojas como el coral.
—¿Me perdonas Chibi? —Pidió con tono apacible.
—¿Por?
—Por decir que eras pesado y que tenia frío. —no tenía ningún sentido pedir perdón al respecto pero ahí estaba, el tan orgulloso Dazai, pidiendo disculpas a alguien por razones infantiles.