XIX

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Sin duda, Chuuya no sabía, no había forma en que sepa que es el romance o palabras abstractas como el amor

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Sin duda, Chuuya no sabía, no había forma en que sepa que es el romance o palabras abstractas como el amor. No, era imposible. Y a cada segundo la realidad parecía pesar aún más que antes y los minutos parecían caer sobre sus hombros como una cruel sátira que, por un momento casi creyó que era real, mientras el resto del público era consciente del sarcasmo, el no.

Se encontraba a sí mismo caminando con las manos metidas en su piloto beige, una de las pocas prendas que sigue usando de Japón, aunque en sitios como Alnes se veía fuera de lugar. Frente a él Chuuya caminaba animadamente con un niño pliblanco tomados de las manos. Era una alegría sincera, de alguien quien solo vive y siente en su pecho la situación que vive momento a momento, no hay pasado que le siga o futuro que le aterre. Las palabras del día anterior quedaron siendo denigradas a mucho menos que palabras, eran tan poderosas ahora como lo seria el oxígeno que inhalaba.

—Es por aquí. —Alerta Dazai a los dos de delante.

Chuuya voltea sorprendido y asiente. —Vamos Atsu, será solo un momento.

El niño no le toma importancia, concentrado en continuar cerca del pelirrojo, no le importaba mucho a donde se dirigían ni porque.

Hace días Dazai lleva cultivando en el hospital ciertos microorganismos y perfeccionando ambas fórmulas de forma que pueda ser usada sin problemas. Había tomado más tiempo de lo necesario, era difícil saber con certeza cómo reaccionaria la "vacuna" inventada en un organismo entero, como lo era una persona. Sin tener a mano —sin querer recurrir a— un animal de prueba, era mucho más complicado, siendo un tema únicamente de intelecto. Por suerte, Dazai tenía mucho de eso.

Comentándole a Fukuzawa que llevarían al niño a un chequeo y a hacerle estudios de sus hormonas, ya que el hombre adjudicaba el crecimiento brusco con un desorden hormonal, Dazai le dio la razón y mencionó que, el mismo se encargaría de aquello. Lo cual es una gran mentira a gran medias, si, es un desorden hormonal, de hormonas que no son humanas en realidad y, si, se encargaría el, pero se sentía con una connotación incorrecta por alguna razón.

La situación podía resultar como un simple mal trato y algo de lo que nadie debía enterarse, sin secuelas y sin problemas. Como tambien podía salir mal, pero no tan mal, Dazai se había encargado de que la peor de las situaciones sea bastante moderada y muy leve. Sabiendo ello, se preparo para lo "peor" y para lo normal aunque creía fielmente de que no habría márgenes de error. Todo había sido estudiado a detalle.

—Bien, Atsushi te pediré que te sientes aquí, jugaremos a lo mismo del otro día, solo que con unos cuantos juguetes de más ¿Eso esta bien?

Atsushi asintió débilmente, sintiéndose de pronto asustado por los "nuevos juguetes" que aparecen en escena, aunque no se vean realmente invasivos parecen intimidar un poco al pequeño. Dazai llevaba consigo un suero con un largo cable, algodón, y una jeringa especialmente aterradora pero no tanto como el pequeño frasco en su mano. Chuuya estaba con el, y Dazai ya había anteriormente brindado un proceso médico al niño en una extracción pero, podían ser las paredes de un blanco cegador y el sonido blanco de máquinas conectadas, lo que daba incluso a un niño el temor que sentiría alguien en su novena vez en el hospital.

El chico del rio | SoukokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora