25. Canta

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Chiara se levantó a mitad de la noche al notar que no había nadie más en la cama. De primeras pensó que estaría en el baño, pero al ver que pasaba un rato y no volvía se levantó a buscarla.

Se dirigió hacia el salón y ahí la vio. Estaba sentada en uno de los sillones pegados a la ventana. Todo estaba oscuro, eran las cuatro de la mañana y lo único que se veía eran las luces de las farolas junto con la luna.

No se veía ninguna estrella, para el día siguiente había pronóstico de lluvia. ¿Sería una señal de que algo se vendría?

- Ei - dijo en un tono cauteloso la morena para no asustarla.

- Hola, ¿te pasa algo? - dijo la pelirroja al ver que estaba ahí.

- He notado que no estabas y quería saber dónde habías ido. - contestó acercándose a la chica.

- Es que no podía dormir y justo no quería despertarte.

- Qué pasa Rus - le preguntó. La pelirroja antes de contestarle la atrajo hacia ella para que se sentara encima de sus piernas.

- Te vas pasado mañana - dijo y la morena asintió sabiendo que quería decir algo más. - inevitablemente no puedo no pensar en que me da miedo. A la mínima casi lo tiramos todo por la borda. Estamos bien cuando estamos juntas, pero es que no solo vamos a estar separadas en verano, tú te vas a Barcelona en septiembre y yo me quedo en Madrid.

- Por dónde quieres ir - dijo la morena no muy segura de saber si estaba entendiendo a lo que se refería la chica.

- Qué pasa si no somos capaces de hacer esto, y si no solo lo que nos queremos vale.

- Claro que va a ser complicado, pero como me dijiste no hace mucho si nosotras mismas somos las que ponemos trabas no vamos a llegar a ningún sitio.

- Chiara se levantó de encima de ella. - No he venido hasta aquí porque crea que no vamos a ser capaces de estar juntas. Es más justo lo contrario, pero no solo una puede confiar en esto. Si tú no lo haces no hay nada más que hacer. - terminó y se dio media vuelta y se volvió a ir.

Ruslana se había quedado de piedra. No se esperaba para nada todo lo que la morena le había dicho. Es cierto que esto era lo que tanto recriminaba de ella cuando estaban en el internado y era lo que acaba de hacer.

Se dirigió con cautela hacia la habitación para hablar con ella, pero le sorprendió ver como la chica estaba haciendo la maleta mientras le caían lágrimas por las mejillas.

- Oye, qué haces. - se acerco a ella rápidamente y la apartó de la maleta. Al verla llorando sin parar la atrajo y la abrazó - Perdóname, por favor. Lo siento mucho. - la contraria la abrazaba con fuerza como si tuviese miedo de que se fuese.

- Cuando se tranquilizó la chica, se separaron un poco, pero sin soltarse - Kiki perdón, llevas toda la razón del mundo. Soy una cobarde y me he dejado llevar por los pensamientos. Te quiero y estoy segurísima de nuestra relación.

- Yo quiero estar contigo, - dijo la chica. - Confío plenamente en nosotras y te lo voy a repetir las veces que hagan falta porque es la relación más increíble que he tenido, pero si tú no lo haces. - Ruslana la cortó.

- Lo hago, de verdad, pero no sé que me ha pasado. Estoy cagada, y claro que no quiero que rompamos. Créeme.

- Vale, te creo. - contestó y le dio un pequeño beso. Las llevó de vuelta hacia la cama y apagó la luz la morena.

- Quiero que deshagas la maleta - le dijo Ruslana mientras se escondía en el cuello de ella.

- Me voy en dos días, no puedo deshacerla - le contestó riendo mientras la otra se pegaba más a ella. - Durmámonos y mañana hablamos sobre que hacer.

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