37. Qué dices

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Había llegado la Noche Buena. La famosa noche del año en la que muchas familias dan por iniciada la navidad. Se reúnen todos juntos a cenar y a la víspera del día de Navidad, el 25 de diciembre, donde todos los niños y niñas esperan emocionados por encontrarse con regalos bajo el árbol y que Papa Noel les haya traído todo lo que han pedido. Mientras en la cena se juntan personas que posiblemente no se han visto durante todo el año o que ni se soportan.

- Puedes pasarme la panera - le señaló Chiara a la pelirroja. No la había visto tan nerviosa por una cena en todo el año que llevaban juntas, esa es otra. Un año ya, aún le cuesta creer que lleven tanto tiempo y a la vez sienta que fue ayer cuando se escondían por los pasillos para que no las vieran. - Ruslana, quieres espabilar, la gente va a llegar pronto.

- Kiki, te quieres calmar, me tienes desde esta mañana corriendo de un lado para otro. Es solo una cena - en ese mismo momento sintió lo que es que una mirada te aniquile.

- No es solo una cena, es la cena. Mañana es navidad, es la primera vez que celebramos juntas estas fechas y que viene la familia a casa, quiero que todo salga perfecto.

- Va a salir todo bien si te relajas. Porque te de un infarto no significa que vaya a salir mejor.

- Te toca sacar la basura. - le dijo con cara seria.

Mientras iba bajando fue saludando a varios vecinos de la inglesa, los conocía bastante bien porque se pasaban mucho tiempo en la casa de la otra.

- Hola bonita - le dijo la mujer mayor del primero.

- Buenas, Rosa. ¿Cómo está?

- Con la cocina hecha un desastre, mira todo lo que tengo montado. - la mujer la metió para dentro, y pudo ver sin extrañarse la gran mesa que tenía preparada para toda su familia. Rosa era una mujer que desde que las vio por primera vez hablaba cada día con ellas, les subía comida, si llegaban tarde al día siguiente les iba con comida. Incluso cuando Ruslana se fue del piso se preocupó de que les hubiese pasado algo.

- Vaya, Rosa, no escatimas en nada. - señaló la pelirroja.

- ¿Vais a pasar aquí las fiestas? - preguntó ignorando lo que había dicho.

- Sí, Chiara quería celebrar la cena por primera vez en su casa.

- Mejor, así no estas tanto en ese piso tan moderno que tienes y que te viene tan mal.

- Rosa, ya hemos hablado de esto. Mi piso es normal, no tiene nada de raro.

- Claro que sí, ¿por qué no quieres vivir con ella?

- No es que no quiera, es que ambas queríamos vivir solas. - le intentó explicar.

- Por favor chiquilla, esa chica no quería que te fueses. Por algo ha dicho de celebrar aquí las fiestas.

- Que no, que es porque esto le hacia ilusión.

- No eres muy espabilada cariño. Que más le dará a ella celebrarlo en Menorca con toda su familia como todos los años y no tener solo que invitar a sus padres y hermanos. - Ruslana se quedó callada esperando que continuase - A ver, ella sabe que tú no lo celebras y no quería que estuviese sola porque ya no piensa solo como una, si no como dos.

- Vaya Rosa, serías una gran psicóloga.

- Lo sé, ahora vete que tengo que seguir.

Ya había llegado la familia de Chiara a su casa. Aunque le costase reconocerlo le hacía un poco de ilusión todo esto porque la morena lo había hecho por ella y porque verla tan feliz como ahora no tenia comparación. Otra parte de ella no podía dejar de pensar en sus padres, llevaba sin hablar con ellos desde que se fue, y aunque no fuesen esa familia unida los quería.

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