Día 21
El viernes cuando ella se marchó él se quedó un poco más en el banco sentado, queriendo procesar todo lo que había pasado y lo mucho que habían avanzado en apenas unas horas. Le gusta esa chica, en fondo sabe que ya le gustaba incluso antes de hablar con ella, y no va a dejar que el pequeño detalle de su sordera le impida conocerla. Quiere saber cosas de ella y que ella sepa cosas de él, conocerla en el sentido más amplio de la palabra. Se alegra, y felicita a su yo del viernes pasado, por haberse armado de valor y comprarle aquel café. Se marchó del parque con el único deseo de que el lunes llegara pronto.
Por otro lado, ella ha pasado todo el fin de semana pensando en él; en esa cara que la tenía hipnotizada y en esos labios a los que se veía obligada a mirar y que la hacían arder por dentro. Pensó en ese rato que compartieron, en como a él no le importó su sordera ni el que apenas pudiera hablar. Ahora ella está ansiosa por volver a verle, aunque no sabe cómo actuar; no sabe si debe saludarlo o esperar a que él se acerque; no sebe si debe ser ella esta vez la que empiece la conversación o él volverá a tomar la iniciativa. Esta confusa, no sabe qué hacer y apenas Rubén puede llegar en cualquier momento.
Y ahí está el, abriéndose camino entre los árboles que resguardan aquella zona con una sonrisa dirigida explícitamente a ella. Ella muy feliz se la devuelve y comprende que probablemente todo sea más sencillo de lo que pensaba.
Rubén tiene muchas de mostrarle a Jade algo que ha estado preparando todo el fin de semana. Una vez sentado en el banco junto a ella la saluda con la mano y ella hace lo mismo cerrando su libro y dejándolo sobre su regazo. Ambos se miran a los ojos durante unos segundos hasta que él hace algo que descoloca a Jade por completo.
En lenguaje de signos Rubén le pregunta "¿cómo estás?" La sonrisa de Jade se intensifica cada vez más y tiene que hacer grandes esfuerzos por no llorar ante él. Nunca alguien había tenido un gesto tan bonito por ella, nunca se había sentido tan valorada y respetada por alguien que no fuese de su familia. Ha podido ver en los gestos de él que su aprendizaje es reciente, lo que la lleva sospechar que probablemente ha pasado el fin de semana aprendiendo. Ella le responde con sus manos "muy bien, ¿y tú?"
Él procesa durante unos segundos sus movimientos y continúa hablando con sus manos y es así como de forma natural la conversación continúa en lenguaje de signos
―He estado todo el fin de semana practicando ―dice él tras contestar a su pregunta.
―Lo haces muy bien ―le anima ella.
―Sigo practicando, tengo mucho que aprender.
―Poco a poco ―le dice Jade acompañando sus manos de una sonrisa.
Él le sonríe de vuelta y se pone cómodo a su lado.
― ¿Háblame de ti? ―le apremia él. Ella sonríe mientras levanta el libro que tiene en el regazo― ¿Algo más? ―pregunta él con dificulta intentando acordase de forma correcta de las posiciones que debe hacer.
―Escribir...
El sonríe hacia ella sin dejar de mirarla. Sin embargo, Jade apenas puede sostenerle la mirada. Cada vez que posa su vista en eso ojos marrones siente que todo se le olvida y se alegra de tener que centrase esta vez en sus manos y no en sus labios porque mirarle los labios era una pequeña tortura. Le encantaría saber qué decirle, pero siente que está en blanco, es la primera vez que interactúa tanto tiempo con un chico que le gusta. Normalmente, cuando ella se ha acercado alguien de su interés se han alejado al ver su condición.
― ¿Por qué comenzaste a venir al parque? A esta zona me refiero ―pregunta Jade intentando que la conversación no muera.
Rubén se queda con la mirada fija en las manos de ella, intentando recordar todo lo que ha aprendido en estos dos últimos días; pero es consciente de que no la ha entendido y cree que lo mejor es ser sincero.
―Eh... No sé qué me has dicho la verdad ―opta por decir en voz alta.
Ella asiente comprensiva, entiende que aún no sepa interpretar todos los signos; a fin de cuentas solo ha estado practicando unos días.
―No-No pasa nada ―contesta con dificultad.
―No hables si te resulta difícil... ―se apresura él.
En ese momento ve que Jade no aparta la vista de sus labios, se pone nervioso y por mero instinto mira los de ella unas décimas de segundo que espera que ella no haya notado. Su mente abe que solo lo hace para entenderlo, pero su cuerpo no puede evitar interpretar lo que quiere.
―Tranqui-quilo, no es difícil solo incómodo.
Él asiente y suspira, le encanta esta chica... Siente mucha curiosidad por ella.
La siguiente hora transcurre como una pequeña clase improvisada de señas, Jade le enseña palabras nuevas y expresiones que él no conocía Ella se ha quedado fascinada y prendada de la capacidad de aprendizaje de Rubén; sabe que el lenguaje de signos no es nada fácil, pero él parece que lo absorbe todo como una esponja. Además, le ha encantado el detalle que ha tenido este chico de aprender lo necesario para comunicarse con ella y aunque ahora mismo su cara es de concentración máxima mientras enseña al chico de baloncesto por dentro su corazón salta de alegría.
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Todos los días que pasamos juntos
Teen FictionJade y Rubén no se conocen. No saben todo lo que van a significar el uno por el otro. No saben que el amor está hecho de silencios y que las historias ocurren sin necesidad de palabras.