Ella llegó como siempre a las cinco de la tarde con su libro en mano La vida es sueño de Calderón De La Barca, su clásico favorito. De forma inconsciente, tras sentarse en el banco, ella paseó su vista por el lugar con la esperanza de volver a encontrarse con el muchacho del día anterior. No estaba. Ella abrió su libro para comenzar su sesión de lectura con una punzada de desilusión.
Tras unos minutos, Jade escuchó unas pisadas que la obligaron a levantar la vista. Era él, el chico del día anterior. Volvía vestido de deporte, con una camiseta de un equipo de la NBA que ella no conocía, con su balón. Ambos se miraron durante menos de un segundo como forma de saludo, pero no hubo más interacción entre ellos.
Él comenzó a calentar y Jade no pudo resistirse a mirar, pues no dejaba de ser una chica de diecisiete años a la que le atraía el sexo masculino. Le resultaba atractivo verle jugar, ver como se tensaban los músculos de sus piernas en cada pisada al correr o como se contraían sus brazos en cada lanzamiento. Lo examinaba con pequeños vistazos por miedo a que él se diese cuenta, no quería interactuar con él, solo observaba a su nuevo compañero de estancia. Había pasado mucho tiempo estando sola en aquella zona del parque, allí huía del bullicio de la ciudad; pero ahora tenía un compañero y la novedad siempre llama la atención.
Él pasó una hora y algo jugando al baloncesto, intentando centrarse lo máximo posible en el juego. Sin embargo, no podía evitar mirar a la chica del banco de vez en cuando. Le resultaba realmente atractiva y aunque le hubiera encantado acercarse a hablar con ella, no quería incomodarla. Ella estaba totalmente absorbida por su libro, irradiaba tranquilidad y no quería perturbar aquella paz. Ya sentía un poco culpabilidad por utilizar aquella pista mientras ella leía, pero el resto de las canchas del parque, las que estaban en mejores condiciones, estaban siempre ocupadas por grupos de gente. No obstante, él disfrutaba de su presencia allí y no tenía la sensación de que ella rehusara de la suya. Se prometió a sí mismo que, algún día, cuando tuviera la valentía suficiente le hablaría, pero aún no se encontraba lo suficientemente confiado para hacerlo.
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Todos los días que pasamos juntos
Ficção AdolescenteJade y Rubén no se conocen. No saben todo lo que van a significar el uno por el otro. No saben que el amor está hecho de silencios y que las historias ocurren sin necesidad de palabras.