Día 23
Miércoles. Ya están a mitad de semana y ninguno de los dos se cree lo que han cambiado las cosas respecto a la semana anterior. Cada uno continua con su rutina habitual cuando llegan a su lugar favorito: él juega al baloncesto y ella ahora escribe. Se sienten más cómodos que nunca en presencia del otro. Él se ha dado cuenta de lo increíble que es la chica que está sentada en ese banco o al menos para él lo es, no quiere dejar de mirarla, se pasaría el día entero mirándola y por las noches tiene claro que soñaría con ella. Le encanta conocer cosas de ella, siente que conocerla es como leer un libro que se está convirtiendo en tu favorito. Se reconoce privilegiado porque ella le deja adentrase en sus páginas, conocer su historia: saber que le gusta leer porque es su forma de viajar porque su familia nunca ha tenido el dinero suficiente como hacerlo, saber que no tiene hermanos pero que su prima, la chica que vino hace días, es como su hermana, que fue a un colegio especial para sordomudos pero que el bachillerato lo está haciendo en un instituto público y sus compañeros nos son del todo agradables. La punzada de dolor que sintió cuando ella le confesó esto le sirvió como confirmación de lo que él ya se había propuesto: no hacerle daño jamás.
Por otro lado, es la primera chica con la que se siente cómodo para contarle sus cosas y hablarle sobre sus aficiones y de su pequeña y desequilibrada familia. Le habló del divorcio de sus padres y cómo su padre ahora vive en Barcelona y su madre, su hermana y él viven en Madrid desde que él tenía seis años.
A ambos les gusta ver cómo el otro presta atención y se sienten comprendidos. Tal y como los últimos días é se sienta junto a ella cuando acaba de jugar.
― ¿Continuamos? ―dice utilizando el idioma de signos―.
Ella asiente feliz. Y juntos continúan con el aprendizaje entre risas y alguna que otra frase que deja ver el interés mutuo que sienten. Rubén no se lo ha dicho pero la risa de ella es música para sus oídos y le encantaría que ella pudiera oírlo a él.
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Todos los días que pasamos juntos
Genç KurguJade y Rubén no se conocen. No saben todo lo que van a significar el uno por el otro. No saben que el amor está hecho de silencios y que las historias ocurren sin necesidad de palabras.