Día 65
Tras una perfecta tarde paseando por el centro de la ciudad, adornado con luces y pequeños mercadillos navideños repletos de puestos artesanales, y una pequeña feria en la que han estado un buen rato. Ahora caminan de la mano hacia su lugar favorito en el mundo, tomándose ambos un café con leche bien calentito.
― ¿Estuviste bien ayer? ―le pregunta ella lo mejor que puede.
Él asiente y le dice:
―¿Soy yo o has mejorado bastante hablando? ―dice él con signos.
―He mejorado mucho sí ―dice satisfecha.
―Así me gusta ―dice él dejando de caminar y estrechándola fuertemente contra su pecho―. Eres la mejor.
―Tú también has mejorado mucho con-con los signos.
―Sí, es cierto ―signa él presumiendo de su habilidad.
―Tonto... ―dice ella mientras le da un pequeño puñetazo en el hombre-
―De verdad que me lo pasé muy bien ayer.... tu prima es muy maja y tu madre cocina de miedo y tu tía Clara es la leche.
Ella se ríe y le da la razón. Es cierto que la comida de ayer estuvo muy bien; aunque cuando Rubén se marchó, su madre le dio la charla. Sí, la típica conversación para advertirle de que lleve cuidado y de que esté preparada para las posibles dificultades. No solo las que pueden presentarse en una relación, sino todas aquellas derivadas de los juicios a los que se verán expuestos. Le advierte de algo que en el fondo ella ya sabe porque lo ha vivido. Le habla de la crueldad de algunas personas ante lo diferente; de la superioridad que los estúpidos muestran ante personas que tienen alguna condición distinta.
―Y me encantó tu colección de libros, no conocía a nadie que pudiera leer tanto ―esto último provoca una carcajada a Jade.
Ambos se quedan mirando unos segundos, hasta que no pueden evitar reírse. Tras esas risas, él la acerca a su cuerpo y comienza a besarla con ganas, poniendo en cada beso todas las ganas que ha tenido de besarla desde que la vio por primera vez ahí mismo, en el banco al que acaban de llegar, sentada con su libro.
―Te quiero ―dice Rubén a mitad del beso, olvidando que es sorda y no lo ha podido escuchar.
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Todos los días que pasamos juntos
Teen FictionJade y Rubén no se conocen. No saben todo lo que van a significar el uno por el otro. No saben que el amor está hecho de silencios y que las historias ocurren sin necesidad de palabras.