Jack conoció a Margaret en una noche cálida, llena de música y festejos. Sin saber que sería ahora su única razón de no ir a prisión.
Portada creada por: xElsyLight
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SNOW WHITE
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Margaret se despertó más perezosa que nunca por los gritos de Belle. Morgan también parecía molesto por su sueño arruinado, pero este si pudo volver a dormir; acostado bocarriba a lado de su dueña.
—Tienes que ayudarme —pidió la castaña, quitándole la sabana con la que se tapaba.
—¿Ayudar en qué...? —preguntó Margaret, adormilada y con la voz ronca. Atrajo a su gato más hacia ella, y el no se quejó.
—¡A buscar un libro en la oficina de papá! ¡Levántate! —insistió, moviendo bruscamente sus piernas.
Margaret no tuvo remedio más que hacerle caso. Según sus cálculos, eran aproximadamente las cuatro de la mañana. Nadie en su casa se despertaba a esa hora, y menos Belle, por lo que le extraño verla despierta.
—¿Por qué estás tan rara? —cuestionó Margaret antes de tallarse los ojos. Siguió a su hermana hacia la oficina de su padre, donde la ayudaría a buscar ese preciado objeto.
—Me escapé de casa. —respondió con normalidad. Margaret frenó en seco y la miró con estupefacción.
—¿¡Qué hiciste qué!? —Belle tapó su boca.
Antes de que la pelinegra preguntara algo más, su hermana le comenzó a explicar que fue al hospital. Margaret sintió un enorme vacío cuando se enteró que Tinkler había muerto. La chica llevaba tan sólo una semana ayudando en el hospital, y con eso entendió que Jack tenía razón.
La paz no existía en los hospitales.
Dejó de pensar en Tinkler cuando su hermana le dijo que estuvo viendo la herida a un lado de su abdomen. Pero estaba cerrada, limpia y desinfectada... ¿Pero cómo la habían desinfectado?
Pasó horas buscando aquel libro que las ayudaría a encontrar la respuesta. No lo encontraron, y Margaret se frustró al ver los libros regados por todos lados.
