Jack conoció a Margaret en una noche cálida, llena de música y festejos. Sin saber que sería ahora su única razón de no ir a prisión.
Portada creada por: xElsyLight
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
FLIRTING
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
La cirugía de Sneed había terminado hace media hora. Margaret se sentó en un escalón que estaba cerca del baño y comenzó a limpiar con lentitud las herramientas que habían utilizado.
Belle no estaba, pues tenía una cita con Smales para hablar sobre el duelo.
Se prometió a ella misma que iría a ver a Rose después de limpiar, también quería ver a Hetty, pero en cuanto terminó, Jack Dawkins apareció detrás de ella; su camisa, manos y brazos estaban con enormes manchas de sangre. Su cabello estaba sudado por el tiempo en la cirugía de Sneed, pero aún estando así, sonrió.
—¿Necesitas ayuda? —le preguntó Margaret.
Jack se sentó a su lado sin decir nada.
—Fue una buena cirugía —volvió a hablar Margaret.
—Le acabo de salvar la pierna a tu ex pareja de cuatro años. Deberías pagarme —bromeó, con sus manos apoyadas en sus rodillas.
—Ah, claro —rio la chica —. Dame tus manos.
El rubio frunció el ceño hacia su dirección.
—¿Mis manos? ¿Para que quieres mis manos? —cuestionó a la defensiva.
Era extraño que alguien pidiera sus manos, y más extraño que Margaret lo hiciera. No estaba para nada acostumbrado al contacto físico, pero eso a Margaret, a quien si le encantaba, no le incomodaba.
—Te las voy a cortar —dijo, seria —. Anda, acércalas.
Jack las acercó lentamente. En el momento que la chica las tomó con delicadeza, tuvo que carraspear para no ahogarse con su propio corazón que se esforzaba en salir.
Nada mejoró cuando Margaret empezó a limpiar con delicadeza la sangre que era de su ex pareja. Subía y bajaba el trapo húmedo por su piel a un ritmo paciente. Jack tenía una batalla consigo mismo al no saber si debía ver su rostro que reflejaba la tranquilidad de Margaret o sus manos que lo hacían pensar en todo lo que le hacía sentir en tan poco tiempo.
