FORTY

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TOGETHER. FOREVER.

—¿Aquí te gustaría vivir? —me preguntó Jack, con su brazo en mi cintura

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—¿Aquí te gustaría vivir? —me preguntó Jack, con su brazo en mi cintura.

—Sí. Es muy linda —respondí, contemplando la casa en dónde estábamos.

El tamaño era perfecto para nosotros dos, ya que no era demasiado grande. Tenía dos habitaciones, más la cocina, el salón y el baño. Lo que si que era gigante, era el alrededor de la casa. Lleno de naturaleza, de hierba, y a lo lejos, un pequeño río. Apenas llevaba un día en ese lugar y ya podía imaginarme pintando en las mañanas, en las tardes y en las noches.

Acordamos que una habitación sería la nuestra y la otra la usaríamos para guardar las herramientas quirúrgicas de los dos. Ya en el futuro, cuando tuviéramos hijos, agrandaríamos el hogar.

—A mi también... creo que jamás me imaginé vivir en una casa propia. Y mucho menos con una chica tan linda a la que amo tanto —depositó un suave beso en mi hombro.

Solté una pequeña risita cariñosa. Al salir de la casa, comenzamos a caminar por ese campo. Me senté en una enorme roca, dándole espacio a Jack.

Pero el no se sentó a mi lado. Se puso delante mío, sentándose en cuclillas antes de tomar mis manos y darles un cariñoso apretón.

—Siento que... por fin pertenezco a un lugar —admití en voz baja.

—Siento lo mismo, Blanca Nieves —me regaló una dulce sonrisa.

Me sentía tan tranquila con el. Cerré los ojos cuando el aire pegó con delicadeza en mi rostro, empujando mi cabello.

—Margaret...

—¿Qué pasa, Jackie?

Al escuchar un balbuceo, me vi obligada a abrir los ojos. No había entendido lo que dijo.

—¿Qué dijiste? —ladeé la cabeza. Lo notaba algo nervioso, pero preferí ignorarlo.

—D-dije que... —aclaró su garganta. Con torpeza, metió su mano en el bolsillo de su pantalón y sacó un objeto que apenas pude verlo bien al entrecerrar los ojos. De pronto, mi corazón se detuvo al ver un anillo plateado —. Cásate conmigo, Margaret... —dijo casi rogando en voz baja —. Déjame ser tu esposo...

—...No.

Soltó una risita nerviosa.

—Y de nuevo bromeando con eso...

—No bromeo, Jack.

Me di cuenta que su expresión cambio a una seria y asustada. Incluso ya estaba pálido, y su ceño dudaba si en fruncirse o no.

𝐌𝐀𝐑𝐆𝐀𝐑𝐄𝐓 -THE ARTFUL DODGERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora