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—Me gustaría presentarles a mi padre.

Detuvo todo movimiento al escucharlo decir eso. Si hubiera estado tomando agua, la habría escupido estrepitosamente sobre el trabajo de matemáticas en pareja en el que trabajaban.

—¡¿Qué?! — exclamó, girando bruscamente su cabeza como en El Exorcista, provocándole un calambre que la hizo gemir y llevar su mano a la parte afectada. Llamó la atención de alguno de sus compañeros, teniendo que fingir normalidad hasta que se voltearon de nuevo. — ¡Pero...! ¿A tu padre?

—Sí, tú y Pip lo conocerían el día de mi cumpleaños, al mismo tiempo. Ya sabes que será en unos días.

Parpadeó, perpleja.

—Está bien, creo, pero... — balbuceó, poco a poco entrando en crisis. — ¿Y si no le caigo bien? ¿Me hará algo?

—Claro que no. Joder, qué nerviosa estás. Si no quieres dime y ya.

—No, sí quiero, pero... me tomaste por sorpresa.

Se encogió de hombros, suspirando. ¿De verdad se veía tan nerviosa? No quería que él la viera así, quería ser valiente para que no pensara que le tenía miedo a su padre, o a él. Ya habían hablado de eso anteriormente, y dejando de lado su pequeño enamoramiento, no era su intención hacerlo sentir mal.

Damien notó su nerviosismo y le dio un amigable apretón a su mano por debajo de la mesa, donde nadie que no fueran ellos dos se diera cuenta. La chica subió la mirada, con un brillo diferente en sus ojos.

—Vamos, sonríe. Muéstrame esa sonrisa tuya que podría deslumbrar el infierno entero.

Sin poder evitarlo sonrió, lo que lo complació enormemente. Su sonrisa lo hacía sentir cosas fuera de su comprensión, algo fuera de lógica. Ahora, sabía que no la había si el hecho de que no pudiera expresar lo que sentía por esa niña que le parecía la más linda de todas le era muy complicado, pero lo sentía tan fuerte y tan vivaz en su putrefacto ser.

 Ahora, sabía que no la había si el hecho de que no pudiera expresar lo que sentía por esa niña que le parecía la más linda de todas le era muy complicado, pero lo sentía tan fuerte y tan vivaz en su putrefacto ser

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El cumpleaños de Damien era el 6 de junio, concebido oficialmente a las 6:00am. Dato interesante que nunca olvidaría, ya que era tan singular como el joven del que se trataba.

Dicho y hecho, Damien los había invitado solamente a ellos dos a su cumpleaños. ¿Por qué? No lo sabía. Tuvo que superar su miedo al Infierno y cruzar el umbral entre la Tierra y el Inframundo, solo porque estaba junto a Phillip.

Se habían teletransportado a la entrada de la casa con ayuda de Damien, donde cierto demonio ya los estaba esperando...

¡¿Satanás?!

—Ustedes. — los llamó de forma autoritaria mientras se acercaba. Ambos se enderezaron inconscientemente, tragando saliva. — ¿Son a los que Damien llama "amigos"?

—Um, sí, yo soy Pip, y ella ____. — titubeó el rubio más que nervioso.

—Hola, señor. Es un placer. — ella ni siquiera lo miró, miraba sus tenis sucios que se removían en el suelo con incomodidad. Aunque pudo sentir la mirada penetrante y roja como la sangre del demonio sobre ella, que a diferencia de la de Damien, le incomodaba.

✓ QUESTION...?, damien thorn.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora