✓ QUESTION...?, damien thorn.

021

Desde que despertó en la mañana y vio que era domingo, maldijo a todo aquel ser ubicuo que conocía y lograba recordar en ese momento.

Los domingos era el día de la semana en que tenía que visitar a su padre. No la obligaba la ley, sino su propia madre. Insistía en eso, para que, según sus palabras, "convivieran". Excusa poco creíble ya que sabía que ella no le importaba.

Tan solo esperaba que no siguiera acostándose con él, o que en un caso muy retorcido terminaran volviendo, lo cual sería totalmente peor.

Ella nunca intentaba comenzar una conversación ni él tampoco, solo se sentaba en su sofá a ver televisión —programas antiguos de DVD's de dudosa procedencia ya que su padre no tenía televisión de cable.— hasta que era hora de irse. Ni siquiera convivían como tal. Irónicamente, el único momento en que su progenitor se dirigía a ella era para recordarle que no se le olvidara nada ahí.

¿Sería que si veía algo suyo se desharía de eso al no poder con el peso de su conciencia? ¿Por haberla tratado mal?

Bueno, no importaba ya. Si a su padre le importaba un comino, a ella también. No se desgastaría como antes.

Sorprendentemente, ese día, el primero en tomar la palabra fue él.

—Oí que ese niño Damien es tu novio. Creí que eras mejor que eso.

¿Y a él qué le importaba? ¿De verdad sería lo primero que le diría después de años ignorándola?

Aún así, lo negó. En ese estado, eso era lo mejor.

—Son mentiras.

—Veo que eres una puta, como tu madre. — insistió.

Lo que había dicho la llevó a un límite, el cual no le había convenido a su padre cruzar.

—No creo que tengas vela en este entierro, papá. Y te recuerdo que la perra fuiste tú, que no pudiste evitar mantener el pene dentro de los pantalones y engañar a mamá.

No recordaba haberle hablado así nunca. Se había aventurado a lo desconocido gracias a que su novio fue rebajado a sus burlas hipócritas. Si Damien lo estuviera torturando, estaría rogando que lo perdonara.

Una fuerte cachetada hizo que girara la cabeza del impacto. Llevó la mano a la zona afectada, apenas sintiendo un pinchazo de dolor cuando su dedo rozó la herida.

—¡No me hables así, maldita basura! No puedo creer que desperdicié 7 años de mi vida en ti.

Lo miró con sus ojos cristalizados. Desde que se habían divorciado, su padre siempre se mantuvo neutral ante su sufrimiento, nunca le habló más allá de unas pocas frases cuando era muy necesario. Pero siempre supo que la odiaba, que había arruinado su vida. Lo dejaba entrever en esas pequeñas interacciones, en su mirada sombría.

—¿Por qué me hablas así?

—¡Porque es la verdad, joder! ¡He pasado años callando y no puedo hacerlo más!

—¡Lamento haber arruinado tu vida, pero yo no pedí nacer!

Otra cachetada más, que fue más como un puñetazo, el cual la envió al suelo. Sintió como su trasero adolorido chocó contra la madera podrida y crujiente de esa casa que más parecía un manicomio.

—¡Te voy a matar, basura!

No estaba enterada de que su padre era tan fácil de provocar, pero lo descubrió de la peor manera. El hombre se giró e ingresó al pasillo justo a lado de la sala, abriendo en la primera puerta.