018

213 20 27
                                    

La noche era muy fría y oscura. Había luna llena, un silencio que le ponía los nervios de punta. La luz de la luna se filtraba a través de las cortinas de la habitación, mientras que afuera se podía escuchar música ahogada de los vecinos, quienes estaban teniendo una fiesta, y la brisa que soplaba en los árboles.

Varias personas se encontraban reunidas en círculo, parados a lo largo de una estrella satánica dibujada con tiza en el suelo de madera. Todos tenían los ojos cerrados y parecían estar en un estado de meditación. Había una vibra bastante rara y pesada en el aire, considerando lo que estaban tratando de hacer. Sentía mucha incomodidad. Cada persona sostenían una vela en sus manos. Había también un sentimiento de conexión entre todos los presentes, como si se trataran de una sola entidad.

Al dar por terminado el ritual, todos abandonaron sus posturas rígidas.

—¿Están seguros de que funcionará?

—Lo hará.

—Damien... aparece, por favor.

Suplicó, mirando el techo como lo hacía al ver el cielo.

Repitió las mismas palabras muchas veces, siendo observado con aburrimiento por parte de los otros presentes.

—Eres un mentiroso.

—¡No lo soy! — chilló. — ¡Es mi amigo y va a aparecer!

—Dijiste que si no aparecía, que si resultaba ser una mentira, nos dejarías colgarte.

—¿Qué dijiste que le vas a hacer, humano inmundo?

Damien Thorn se materializó de pronto, en una esquina oscura de la habitación. Gracias a la iluminación de la luna, sus ojos rojos brillaban con intensidad cuales rubíes ensangrentados. Su cabello negro estaba alborotado y vestía ropas más informales que de costumbre, parecería una pijama si no fuera por el pantalón de mezclilla y los guantes negros sin dedos que tenía puestos.

Uno de los presentes se levantó abruptamente, visiblemente perplejo por aquella aparición.

—¡Oh, mierda! ¡Eres real!

—Claro que lo soy, no soy una jodida leyenda como Santa Claus. — respondió tranquilamente, apoyándose en la pared.

—¡Damien! ¡Estás aquí! — exclamó el rubio, sonriendo.

De repente, la puerta se abrió. La intensa luz del foco del pasillo hacía que su figura y rostro se ensombrecieran, aunque para algunos era fácil reconocerle.

—¿Pip?

—¿____?

La aludida ingresó en la habitación, dando fuertes y rápidas zancadas. Su rostro se arrugó en un mohín de molestia.

—¿Qué mierda haces con ellos? — momentáneamente miró a los góticos, quienes se observaban imperturbables ante la molestia de la chica.

No le gustaba que se juntara con ellos. De alguna forma lograban que hiciera cosas malas como rituales satánicos. Muchas veces le pidió que no se juntara con ellos, siendo desobedecida. Sabía que la única razón por la que dejaban que el británico se juntara con ellos es porque era amigo del hijo de Satanás, quien hace años no venía con regularidad al pueblo.

Damien tuvo que volver al infierno para seguir siendo educado por su padre en lo que tendría que hacer cuando llegara el momento de precederlo, lo que en cierta forma hacía que su relación se fortaleciera cada vez más y no fuera afectada por sus propios problemas. Los años pasaron, bastantes de hecho, estaba a punto de cumplir la mayoría de edad. Damien ya lo había hecho. Casi nunca aparecía, y cuando lo hacía se manifestaba pasadas las 12:00am, únicamente para besarla. Iba y venía cuando se le daba la gana.

✓ QUESTION...?, damien thorn.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora