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En el pueblo montañés de South Park ya estaban en víspera de navidad, lo que significaba en su mayoría rebajas en tiendas y decoraciones de luces, más que el espíritu navideño en sí. Adoraba la festividad aunque no con tanto fervor como con Halloween.

De entre tantos juguetes que podía pedirle a Santa Claus solamente quería uno, y ese era el que conseguiría, y a toda costa. Se había portado muy bien todo el año para poder recibirlo.

Era una casa de muñecas de Barbie lo que pidió. Claro que hubieron otras cosas, pero aquel juguete lo dejó en el número uno, haciendo hincapié en que era la cosa que más quería. También lo deseaba para poder jugar con Phillip, seguramente le encantaría tanto como a ella.

La mañana empezó como cualquier otra, dirigiéndose a la escuela. Era viernes, faltaba una semana antes de las vacaciones, por lo que lo más seguro es que casi nadie viniera. Aún así, su madre la despertó a base de gritos y amenazas para que se preparara. Completamente innecesario. Las clases pasaron con una lentitud tortuosa, dejándola deseando que el día terminara de una vez, pues pareciera que el tiempo se detenía.

Para su buena suerte, el almuerzo llegó. Con su charola de plástico se sentó en la mesa que Pip y ella tenían para ellos solos, esperando a que el inglés llegara. Últimamente se la pasaba mucho con Damien, sin dejarla de lado claro, pero era extraño ver que su querido amigo ya no dependía completamente de ella.

Hablando de él, lo vio a lo lejos viniendo hacia ella, le sonrió. Sin embargo, al ver a Damien andando a su lado desvió la mirada, incómoda. Jugueteó con la insípida comida de la cafetería para fingir que no le hacía caso. Desde lo sucedido en Halloween no habían hablado demasiado, ni siquiera para que él le aclarara qué había sido de esa voz, aunque la respuesta era obvia. Su padre.

Preguntarle si había tenido algún problema con él sería lo mismo que hablar con una pared. Nunca le diría lo que en verdad sucedió.

Ambos chicos se sentaron en frente suyo, sin detener conversación que mantenían desde hace un buen rato sobre Mortal Kombat. Aunque sin que ella se diera cuenta la miraban por el rabillo del ojo de vez en cuando, viéndola muy seria y pensativa. Damien se preguntó la razón un millón de veces mientras trataba de no verse muy sospechoso.

—Oh, rayos... descuidé mi taza demasiado tiempo, ahora el té está frío. — Pip se lamentó, culpándose a sí mismo por dentro. Damien, quien por un momento dudó en si hacerlo o no, tomó la taza entre sus manos y haciendo uso de sus poderes demoníacos, calentó el líquido a una temperatura considerable, para luego extendérsela. — ¡Gracias, Damien! — agradeció el rubio, bebiendo felizmente su té. El susodicho desvió la mirada ligeramente avergonzado.

Pronto la conversación murió y se quedaron en silencio. De los tres la que menos lo soportó fue ____ y se vio obligada a hablar.

—¿Qué harán para navidad?

Pregunta algo estúpida, pero al menos así Pip empezaría a parlotear sin parar sobre lo maravillosa que era la época del año para él. Sin embargo, eso no sucedió, y bajó la mirada, desanimado.

—Mis padres no me dejarán descansar. Quieren que haga tarea que tengo pendiente.

—Eso es una mierda, amigo. — opinó Damien, tomando de su botella de agua.

—Lo es...

—Todo mejorará. — posó su mano sobre la suya, en señal de apoyo. Pip, ligeramente ruborizado, asintió.

—Gracias, ____... eso espero.

Damien los observó frunciendo el ceño, sintiendo su pecho llenarse de un sentimiento extrañamente negativo, similar al odio. Apretó la botella de agua y la dejó de forma poco amable sobre la mesa, desanimándose todavía más por la apariencia deprimente del alimento. Era casi tan asquerosa como aquella muestra de afecto que había presenciado hace unos segundos. Internamente se preguntó por qué ella no era así con él, si no la trataba mal ni nada de eso. ¿Por qué no podía ser así de cariñosa?

✓ QUESTION...?, damien thorn.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora