027

162 19 34
                                    

Había llegado a su casa después de aquel intenso ejercicio, le dolía el cuerpo por tanto esfuerzo, ya que, evidentemente, no tenía condición alguna. Luego buscaría rutinas para ejercitarse.

Se recargó en la puerta, suspirando. Si llegaba con sueño a su casa, es que significaba que había sido un gran día. Sus ojos se estaban cerrando debido al sueño así que decidió subir para ya irse a dormir.

Un ruido en la planta de arriba la alarmó de inmediato, sonó como una pisoteada. ¿Acaso se habían metido a robar? Giró la cabeza hacia el reloj de la entrada, viendo que apenas eran las 11:25pm. Faltaba todavía casi una hora para que su madre llegara, así que no era ella.

Fue a la cocina y tomó un cuchillo, esperando que fuera suficiente para defenderse del posible agresor. Subió lentamente las escaleras, asomándose para ver si lograba ver algo, pero estaba todo muy oscuro. Decidió dejarlo así, ya que no llamaría su atención. Caminó de puntillas, tratando de no hacer mucho ruido mientras se dirigía hacia su habitación.

Entonces, sin siquiera tener la oportunidad de resistirse, ese posible agresor la interceptó y la pegó violentamente contra la pared.

Gritó asustada, buscando por ayuda, pero su boca fue cubierta por la palma del desconocido.

—Cállate.

—¿Damien? — su voz ahogada apenas pudo ser entendible para el contrario, quien frunció aún más el ceño.

—Si gritas, juro que te voy a matar.

No sabía si eran los años que llevaba de relación con Damien, pero sabía identificar cuando mentía. Él nunca la mataría.

¿Verdad?

Negó repetidas veces con la cabeza, así asegurándole que no lo haría. Convencido, Damien la dejó ir, con sus poderes encendiendo la luz. ____ parpadeó, tratando de acostumbrarse.

—¿Qué haces aquí?

—Se te ve muy feliz con el judío.

—¿Qué?

—Kyle Broflovski.

—No sé de qué me hablas.

—¿Ah, no? — alzó su barbilla para que lo mirara, esbozando una sonrisa que le heló la sangre. — Siempre se sonríen, siempre están juntos, ¿crees que soy estúpido?

—Por favor, Damien. No me interesa. Seamos maduros y dejemos este tema por la paz.

—Sí, porque eso te daría oportunidad con el judío, ¿no? Claro que no.

—Mierda, ¿qué parte de «no me interesa» no entiendes? — arrugó el rostro.

—Me molesta mucho. — reconoció. — Me molesta que me hayas hecho lo que me hiciste y aún así esté aquí.

—Damien, lo siento mucho...

—No, no lo haces. — la interrumpió.

—Entonces, si no me crees, ¿qué haces aquí?

—Ni yo sé. — suspiró pesadamente, rodando los ojos. — En verdad eres una molestia para mí.

«Yo te voy a cuidar, ¿de acuerdo? Puedes confiar en mí».

Ya no estaba tan segura de eso.

—Ya no soy tu problema, ¿recuerdas? Me mandaste al carajo, y entiendo bien el motivo, no te juzgo. Pero ni siquiera yo te estoy insistiendo para que me perdones.

Parece que tocó un nervio sensible, ya que la fulminó con la mirada, apretando los puños.

—Te vas a arrepentir, zorra. Te prometo que lo vas a hacer, porque sé dónde es más te duele.

Amenazó por última vez, desapareciendo en una estela de fuego y humo. Su respiración se agitó, no pudo calmarse ni siquiera con los ejercicios que Wendy y Bebe le dijeron que practicara hasta después de un rato.

No entendió a lo que se refería, pero lo hizo al ir a la escuela al día siguiente.

Todos lo sabían. Ahora todos sabían que hizo un pacto con el primogénito de Satán, y que su alma le pertenecía. Que le pertenecía a Damien.

Las miradas se convirtieron en dagas enterrándose en todo su cuerpo, haciéndola caer al suelo rodeada de su propia sangre.

✓ QUESTION...?, damien thorn.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora