PRÓLOGO

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Nunca culpes a una persona por confiar, ni mucho menos, si esa persona confió en sí misma y falló.
Yo he fallado muchas veces, le fallé a mi familia, confiando en que las cosas irían bien, fallé cuando ya no tenía fuerzas para seguir en este mundo, y no pude lograr desaparecer, fallé cuando mi único objetivo era ser normal.

Nunca conseguí ser normal, nunca siquiera creí que eso se lograba. La gente no decide como ser, como actuar o cómo pensar. A veces tenemos influencias que nos hacen actuar de maneras distintas, pero en mi casa, estoy segura que nadie me ha incitado a actuar de manera indebida.

Mi familia siempre ha sido conservadora, nunca ha sido de mente abierta, sin embargo, siempre me dejaron en claro que me apoyarían sin importar la situación.

Ingenia fuí por creerles.

Confié.

Por primera vez en mucho tiempo decidí confiar en mi familia.

Después del dolor, del miedo.

Confié.

Les dije.

La primera persona a la que le dije fue a mi mamá. Le dije de mi gusto hacía el género femenino y masculino. Le dije mi preferencia a las mujeres y, que por eso, aún no había tenido novio. Que mi primera relación fue con una mujer a escondidas.

Se supone que me apoyaría.

Era su deber apoyarme...

Desde ese día, todo se me vino para abajo.

Toda mi familia se enteró. Sobre la escuela privilegiada a la que asistía, me amenazaron con dejar de pagarla, pero a los 15 años, conseguí una novia, presentándola oficialmente.

Me dejaron de pagar la escuela.

Tuve que cambiarme a una escuela pública, que, no es por ser clasista, pero la calidad de estudios no estaba en un nivel para comparar. Así como el trabajo que me había costado poder socializar en esa escuela.

Después, llegaron los malos tratos, los insultos y recordatorios de lo anormal que era. Eventualmente me hicieron terminar con mi novia o de lo contrario, me prohibirían de ir a la escuela en absoluto.

Y fue ahí, donde mi soporte emocional se fue de mi vida, aquella tarde en la que le termine a mi novia bajo los suaves rayos de sol del atardecer. Pues sería el último momento romántico que tendríamos juntas. Nuestro último beso. Nuestro último "te amo". Nuestro último contacto.

Tiempo después, me vi en la situación en la que, de manera irónica, y como si se tratara del destino, me alegré de haber sobrevivido.

Intente suicidarme y fallé.

Milagrosamente, fallé.

Y desde aquel fallo, como si de una nueva cuenta se tratara, empezó mi verdadera vida.

La vida de un asesino.

La única cosa que, hasta ahora, me había generado un sentimiento de diversión.

Y pronto, pronto lo haría.

Pero no de la manera que pensé que lo haría.

Ya tenía contacto con un asesino algo experto, pero hace mucho no hablaba con él. Hasta hace poco, que me contactó para dejarme una tarea, un objetivo. Y yo, ingenuo, accedí.

Y ahora, mi condena ha empezado. Y está vez, espero no fallar. No fallarme a mí, ni a él.

WE ARE MANIACSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora