*.·:·.☽✧ VIII ✧☾.·:·.*

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El terror todavía me recorre cuando recuerdo aquellos días en medio de la desolación del terror. Nos encontramos, mi hermano y yo, solos entre los restos destrozados de un accidente que nos arrebató a nuestros captores y nos dejó luchando por nuestra propia supervivencia. La realidad de la situación nos golpeó como un puñetazo en el estómago: estábamos solos, en un lugar remoto y sin recursos.

El choque nos dejó aturdidos y confundidos, pero también nos dio una nueva oportunidad de vida. Sin embargo, esa oportunidad venía con un precio terrible. Nos enfrentábamos a la realidad de que no teníamos comida ni agua, y que la posibilidad de ser rescatados era incierta en medio de ese paisaje árido y desolado.

La desesperación se convirtió en nuestra compañera constante mientras luchábamos por encontrar una solución. Pero cuando el hambre apretó nuestras entrañas y la sed quemó nuestra garganta, nos dimos cuenta de que estábamos llegando al límite de lo que éramos capaces de soportar. Yo estaba llegando a un punto extremo. Fue entonces cuando surgió una idea que antes hubiera considerado impensable.

No puedo describir el sabor metálico que llenó mi boca mientras me daba cuenta de la única fuente de alimento que teníamos a nuestra disposición. Cada bocado era una mezcla de repugnancia y gratitud, un recordatorio sombrío de los extremos a los que estaba dispuesto a llegar para seguir vivo. Pero mi hermano no.

A medida que los días pasaban y luchábamos por sobrevivir en medio de esa pesadilla, nos aferramos a la esperanza de ser rescatados. Pero también llevábamos con nosotros el peso de lo que habíamos hecho, el peso de nuestras acciones en un momento de desesperación y desolación.

Ahora, mientras miro hacia atrás en aquellos días oscuros, me doy cuenta de que la verdadera prueba de nuestra humanidad no radicaba en lo que tuvimos que hacer para sobrevivir, sino en cómo elegimos seguir adelante después de todo. Nos aferramos a la esperanza, a pesar de la oscuridad que amenazaba con consumirnos. Y juntos, mi hermano y yo, encontramos la fuerza para seguir adelante, incluso cuando todo parecía perdido.

WE ARE MANIACSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora