Defensa contra las artes oscuras.

70 4 0
                                    

Una mirada que solo significaba una cosa...
- ¿Y bien? - Preguntó Ron incisivo, observando a su mejor amigo que se esperaba un golpe en la cara. Harry lo miró extrañado por unos segundos, tratando de deducir si las explicaciones que pedía eran: ¿Por qué a mí hermanita?
- ¿Qué pasó en el tren Harry?
- ¿Con Malfoy?
- Claro viejo, ¿con quién más?

El pelinegro sintió un alivio tan grande que no pudo evitar soltar de golpe todo el aire que contenían sus pulmones. Procedió a contarle todo a su mejor amigo, desde lo que había escuchado, que no era tanto en realidad ahora que lo pensaba, hasta el desenlace
- Wow, tal parece que te remodelo la nariz - Dijo Ron divertido, aunque a Harry no le hizo ni pizca de gracia
- Lo siento... Mañana debes contarle a Hermione...
- Me matará - Expresó el pelinegro aterrado
- Bueno, quizá pueda ser tarde, cuando este más relajada tejiendo...
- ¿Tejiendo? Ron sabes lo que pasó con sus prendas
- Lo sé, buena suerte al decírselo amigo - Expresó Ron quien se tapo la cara para poder librarse del pelinegro.

Durante el verano, en las cartas que se mandaban los dos amigos, Harry le había contado al Pelirrojo, que Dobby había acaparado todas las telas que su amiga tejía, ya que los elfos domésticos consideraban insultantes que los quisieran liberar. Aunque claro, no se atrevió a decirle con quien estaba, ni que estaba apunto de hacer cuando lo descubrió.
Con todo el asunto del E.D y los TIMOS, a Hermione Granger se le había "olvidado" su entrañable misión personal, pero ahora parecía que estaba decidida a liberar a más elfos o en su defecto, re-surtir el armario de Dobby.
Harry dejo sus anteojos en el buro, se tapo bajo las mantas de Gryffindor y permitió que los sueños le brindarán por una noche al menos, la tranquilidad que tanto necesitaba.
------------------
Los tres amigos ya arreglados caminaban por los pasillos, Harry trataba de escoger en su cabeza el momento justo para contarle al Hermione de lo sucedido, aunque probablemente no haría falta. Al llegar al gran comedor, después de Hermione regañar a dos alumnos de tercero, que jugaban con un disco colmilludo; el trío de oro se ubico en su parte de la mesa, Ron se puso a lo suyo, mientras Hermione sacaba un tomo de raros símbolos, Harry se concentro en mirar la madera impoluta de la mesa de Gryffindor, aunque rápidamente la voz de Hermione resonó en sus oídos

- ¿Ahora nos contarás por qué desapareciste ayer? - Expresó la castaña mirando como su mejor amigo buscaba el apoyo de quien sea. Lo que si encontró, fue a una chica de cabello cobrizo que venía entrando por las puertas del gran comedor, pero del lado de los jardines, tan radiante como se supone debía ser el sol.

- Harry - Volvió a repetir Hermione chisqueando los dedos
- Claro, eh...
Una gran figura entró por la puerta principal, alegre y decidido, Hagrid caminaba hacia su silla en la mesa de profesores, para después de sentarse, buscar con la mirada a Harry y saludarlo animadamente, Harry hizo lo mismo, lo cual irritó a su mejor amiga, que aún seguía esperando sus explicaciones, por fin el pelinegro, al sentirse más seguro, ya que la hermosa chica de antes se había sentado a su par, dijo en voz baja
- Vigilaba a Malfoy...

- Claro, tenía que ser... Harry es increíblemente inconsciente de tu parte que...
- Ron tiene algo que decirte sobre el tejido - Dijo presurosa e inteligentemente Ginny para frenar lo que sería un regaño de la castaña a Harry. Hermione reculo y miró ahora fijamente a Ron, quien se llevaba un trozo de pastel de queso a la boca. Con el ceño fruncido, Hermione esperaba la información que el pelirrojo le tuviese que dar
- Bueno, tiene que ver con el asunto de los elfos y las prendas - Musitó Ron nervioso - Lo que pasa es que...
- ¿¡QUÉ ELLOS QUÉ!? - Grito la castaña haciendo que todos en el gran comedor voltearan hacia donde estaban los chicos.

Notablemente molesta y decepcionada, Hermione no les volvió a dirigir la palabra durante el desayuno, lo cual los dos chicos agradecian. Harry platicaba con Ginny, mirándola todo el tiempo y cada tanto perdiendo el hilo conductor de la platica, reparando en lo increible que era, y no solo por librarla de su mejor amiga, era el conjunto de todas sus cualidades lo que le volvía loco; mientras Ron conversaba con Neville, sintiendo los ojos centellantes de Lavender Brown quien cada tanto jugaba con sus rizos mientras reía a cada comentario que el pelirrojo soltaba.
- Qué tierno - musitó Ginny con ironia al percatarse de las intenciones de la bruja de rizos rubios y semblante cursi.

Harry Potter y el misterio del príncipe Mestizo 2.0Donde viven las historias. Descúbrelo ahora