Romance venenoso.

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—¿Ron? — el cumpleañero, se hallaba  enfrente de la ventana de su dormitorio, mirando a la luna en una ensoñacion perpetua. La luna era cada vez más grande frente al cristal y el muchacho parecía guiarla con su mirar. Se balanceaba lentamente con la sonrisa más cálida de su vida y por sus poros brotaba la esencia más tenue de, un sentimiento que se encontraba tan escondido dentro de el antes, que ahora presente, se manifestaba despistado. Pululaba entre la fascinación y la adicción, coqueteaba entre la lealtad y la necesidad.
—¿Ron? — Harry se acercó a su mejor amigo, con cautela y extrañado. Ron, sostenía una carta, escrita con tinta roja y en la remitente, figuraba una pequeña fotografía.
—Mira la luna — Advirtió el pelirrojo sonriente. Sus ojos perdidos, oscilaban como un péndulo. De izquierda a derecha, por unos segundos, miró de nuevo la carta y suspiro con tanta fuerza, que Harry pensó que seguro, aquel sonido profundo y de viento había sorteado fácilmente las escalera, hasta llegar a la sala común.

—Es tan maravillosa, Harry... Es hermosa, divertida, fantástica y...
—Basta Ron — Imploro Harry. La actitud del Pelirrojo ahora no solo era rara, sino también incómoda.
—Veo que tomaste un pequeño bocadillo nocturno — Expresó Harry de espaldas, con ironia al ver los sobres de calderos de chocolate que habían regados al rededor del pelirrojo, con la esperanza de cambiar de tema.

Ron se paro súbitamente sosteniendo en alto la caja de calderos de chocolate —La encontré en mi buro — Dijo casi cantando. La felicidad que desprendiá en su habla, era tan extraña, que Harry volteo bruscamente.
—Ella me lo envió, por mi cumpleaños... la amo Harry — Declaró el pelirrojo con una sonrisa boba en su cara

—Es, — Harry, sintiéndose lo más incomodo que se había sentido en su vida, incluso más que cuando le contó a los Weasley sobre su relación con Ginny; aunque quizá entendiendo como pudo sentirse Ron en ese momento, dijo —genial. Me alegro mucho de eso Ron...
—Lo que no sé — Continuo su mejor amigo aun con la mirada perdida y con la sonrisa de quien ve un algodón de azúcar en pleno verano —Es si ella me ama a mi — Ahora su voz había decaído, como si en su pecho hubiese un interruptor y alguien hubiese cambiado de 'Meloso a alicaido' de pronto.
—Supongo que pasarse gran parte de estos meses besuqueandote significará algo...
—Besu...¿qué? ¿Harry de que estas hablando?
—¿Tú de que hablas?
—De Romilda claro, de la hermosa Romilda Vane...
—Claro Ron, muy gracioso — Respondió el pelinegro, con la certeza de que ahora Ron estaba bromeando con el. Pero aquello no era lo habitual, tampoco el tipo de broma que Ron haría. Cuando pensaba en lo raro de la situación, sintió un golpe en el costado. La caja había impactado en su espalda.
—¿Qué te pasa?
—¿Como puedes bromear con esto? — se quejo Ron, ahora de alicaido había pasado a furibundo y amanezaba con golpearlo —¡LA AMO HARRY! — Exclamó ahora exasperado.

—Esta bien, la amas...¿La conoces acaso?
—No... No la conozco — Dijo el pelirrojo para después nuevamente, fijar su atención al ventanal —Mira la luna Harry, oh Romilda si estuvieras aquí...
Harry lo veía entre perturbado y confundido, entonces examino la caja de calderos chocolate qué Ron le había lanzado. En ella, venía la carta enrollada que había visto antes. La desenrrollo y comenzó a leerla.

<<Espero que mientras los comas, pienses mucho en mi, Harry. Atte: Romilda Vane>> La foto, era de la bruja lanzando un beso y aunque, el efecto de su labial quedaba en el papel, Harry aparto la mirada rápidamente.
Entonces vio a su mejor amigo y lo entendió. Hermione le había advertido antes del parón por navidad, que unas chicas habían barajado la idea de darle una pócima de amor. Por tanto los calderos de chocolate que le había enviado Romilda y Ron había confundido como uno más de sus regalos; contenían algo más fuerte que solo Whisky de fuego.

Abrió su baúl y tomó su capa de invisibilidad —Ven Ron, te voy a presentar a Romilda.
El pelirrojo al oír eso, ni corto ni perezoso, volvió a ponerse de pie y se cubrió con la capa. Caminaron hasta el despacho de Slughorn a tientas y con cuidado. Aunque Ron, en ocasiones, hipaba y después reía cursimente.
Al llegar, Harry toco la puerta y se quitaron la capa. Después de unos segundos, por una rejilla qué el profesor había puesto (se temía el chico que por el) se asomaron sus ojos castaños
—Profesor, no quería molestarlo pero es importante — Harry jalo a Ron para que el profesor lo pudiera ver. Ron estaba pálido y sonreía como idiota.
—¿Qué le pasa a Wallenby? — Preguntó Slughorn extrañado
—Una pócima de amor — Respondió Harry —Y al parecer muy potente...
—Si ya veo — concedió Slughorn —Bien, entren.

Harry Potter y el misterio del príncipe Mestizo 2.0Donde viven las historias. Descúbrelo ahora