El cielo lucía de un azul tímido aquella fría mañana de abril. Harry miraba por la ventana, vigilante, advirtiendo si alguna lechuza se aproximaba en su dirección. El clima, raro como en todos esos meses, variaba entre ratos de sol y otros de nubarrones oscuros que traían consigo ráfagas de viento helado y desalentador.
Aun desde donde se hallaba, se podía distinguir aquella barrera etérea de protección que se erguía sobre el castillo. Solemne, con la única misión de proteger a los estudiantes y profesores, aunque el peligro inminente latía en el corazón de todos. No ayudaba que cada vez que se leía El Profeta, en la primera plana figuraran los nombres de decenas de desaparecidos. Entre ellos, el de la ahora exprofesora de Estudios Muggles, Charity Burbage, quien acostumbraba a visitar a sus padres muggles en Londres cada fin de semana. Un lunes simplemente no regresó a Hogwarts. Su ausencia se convirtió en una cifra más inherente a los tiempos oscuros que se vivían.
Con emoción, al fin observó a un búho. Era grande y de color ocre; traía en el pico un sobre y, luego de deslizarse por la barrera, se dirigió hasta la ventana. Harry, después de brindarle suaves caricias al ave, tomó su varita y recitó «Aguamenti», conjurando agua y acercandosela sobre una pequeña pila de piedra al mensajero para que se hidratara.
Tomó entonces la carta, la desenrolló con cuidado y leyó la caligrafía propia del señor Weasley.
«Hola Harry, recientemente el ministerio ha hecho un registro en Burgin and Burkes, como te imaginaras se han vuelto muy quisquillosos con Burgin. Te adjunto la lista de cosas que quizá te puedan servir para tu redacción.»
Harry tuvo que engañar al señor Weasley al solicitarle aquella información. Sabía que, si el señor Weasley sospechaba de sus verdaderas intenciones, lo más probable es que no le hubiera enviado la lista, especialmente si meditaba la situación junto con la señora Weasley o la Orden del Fénix. Sabía que considerarían esto demasiado peligroso para él, y que la preocupación sobre su seguridad aumentaría. Pero él estaba decidido, y no había vuelta atrás.
» Cadenas aprisionantes — muy preocupante.
Espejo de visiones distorsionadas — altamente preocupante.
Tótems malditos — extremadamente preocupante.
Máscara de la Locura — provoca alucinaciones, muy preocupante.
Mano de la Gloria — peligrosamente útil en robos, preocupante.
Caja de música de la Desesperación — induce tristeza profunda, preocupante.
Daga de la Traición — legendaria en asesinatos, extremadamente preocupante.
Calavera de los Susurros — susurra secretos oscuros, muy preocupante.
Reloj de los Lamentos — vinculado a maldiciones de tiempo, preocupante.
Al llegar al final de la lista sus ojos se abrieron como platos al leer:
» Armario Evanescente — viejo y roto, sin riesgo inmediato.
—¿Viejo y roto? —repitió decepcionado en voz baja.
El chico tomó la lista, subió a su habitación donde Ron aún dormía y la metió en su baúl. Localizó el Mapa del Merodeador y lo abrió; se sentó en su cama y empezó a ojear el mapa, buscando un solo nombre. Pero el nombre que buscaba se encontraba en su habitación de su sala común en las Mazmorras.
Pasaron un par de horas y Harry aún se mantenía expectante en el mapa, hasta que un «Vamos a desayunar» lo liberó de su obsesión. Al levantar la mirada, encontró a Ron, ya listo, pero con un gesto nervioso; al menos no era tan escandaloso como cuando había un partido de Quidditch.
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Harry Potter y el misterio del príncipe Mestizo 2.0
FanfictionBueno, hola a todos. Continuo con lo siguiente, quizá la película que, después de leer el libro más me decepcionó en todo sentido, pues omitieron muchas pero muchas cosas muy importantes. De nuevo como en la anterior historia, seguiré el hilo argume...