Noche inquebrantable.

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—Vaya, nunca me había puesto a pensar en el pasado de Voldemort en profundidad — Dijo Hermione con un deje de preocupación latente en su voz, después de Harry contarles a ella y Ginny, lo ocurrido en sus clases aquella noche —Indudablemente si tienen bastante parentesco
—¡No digas tonterías Hermione! — Expresó Ginny asustada, quien se encontraba aferrada al cuello de su novio con prestancia.

—Es cierto — Respondió Harry a Ginny, mientras acomodaba algunos mechones cobrizos detrás de su oreja con suma ternura —Aunque supongo que Voldemort nunca tuvo una novia tan linda.
—Una novia en general — corrigió Ginny, provocando un momento de risa que rompió el silencio aquella madrugada tan fría.
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—¿Y Dumbledore no se percato de aquel bastardo tenebroso? — Soltó Ron sorprendido al Harry ponerle al tanto mientras desayunaban mucho más temprano que la mayoría aquel martes por la mañana, principalmente para poder evitar a Hermione.
—Bueno, es lo que dice
—¿No piensas que sea así? 
—No lo sé, me pareció ver por su expresión que quizá si sospechaba algo, pero ya sabes como es Dumbledore, siempre ve lo mejor en los demás.

Después de desayunar, salieron al patio empedrado con la nieve haciendo más dificultoso su andar, faltaba una semana para el parón por navidad, una semana para volver al ambiente tan acogedor de la madriguera y, una semana para revelarle al resto de los Weasley su nueva relación con Ginny. Ron había mantenido el secreto, aunque ahora que faltaba tan poco, no sabía si hubiese sido lo mejor.

¿Qué pensarían los gemelos? Quienes siempre le fueron leales y hasta le regalaron en su tercer año un mapa de Hogwarts encantado, que a su vez era una de las reliquias de su padre y Sirius cuando eran estudiantes.
¿Qué pensaría el señor Weasley? Al abrirle la puerta de su casa desinteresadamente, al tratarlo como un miembro más de la familia, y el, ¿Cómo le pagaba? Interesadonse en su pequeña.

Y lo más importante para Harry, ¿Qué pensaría la señora Weasley? Molly era quizá, la madre que nunca había tenido. Antes de aquella bruja de un corazón tan inmenso como el cielo estrellado, no había conocido lo que era que le tratarán con amor, no había comido un plato hogareño cocinado tan dedicamente, no había recibido nunca palabras de ánimo, ni había sentido que nadie se preocupara genuinamente de su bienestar.

Aquellos pensamientos cruzaban su mente fugazmente, en intervalos de tiempo relativos a que tan ocupado estuviese Harry. Afortunadamente, aquella semana no le dio ningún tipo de descanso.
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—Es molesto, he tratado de todo para convencerlos — Se quejaba Harry con impaciencia —Cada que quiero hablar con Ron, siempre esta pegada Lavender a el, ¿Cómo puedo siquiera sugerírselo?
—Bueno, Hermione esta muy dolida— Dijo Ginny a su novio, cuando se encontraban sentados en un rincón apartado de las miradas curiosas, del patio del vestíbulo de recepción. Viendo a Hagrid llevar los árboles de Navidad y las guirnaldas al interior del castillo, hasta el gran comedor.

Al Hagrid percatarse de que lo miraban, los saludo y les guiño un ojo sonriente —Solo espero que las vacaciones les sirvan a los dos para reflexionar — añadió Harry. Luego volteo a ver a Ginny, aquellos ojos azules claros centellaban con tanto vigor que a Harry le parecía que reflejaban el mismisimo mar, fascinado se inclino lentamente y Ginny le leyó las intenciones. Sus labios estaban apunto de fundir el ambiente frío decembrino, cuando una vocecita soñadora dio marcha atrás a aquel zoom intenso.

—Hola Chicos — Harry dio un pequeño salto hacia atrás del susto, chocando la cabeza con uno de los bordillos de la pared de piedra de granito. —¿Interrumpo?
—No, para nada — respondió Harry aún tomándose la cabeza medio aturdido y dolorido.
—Bueno, venía por Ginny para prepararnos para esta noche.

Harry Potter y el misterio del príncipe Mestizo 2.0Donde viven las historias. Descúbrelo ahora