—Realmente me gusta estar en tú balcón —comentó Chat Noir.
—¿En serio? ¿Te gustan los balcones?
Internamente, Adrien pensaba en su habitación. Él tenía muchas pertenencias, realmente su habitación era asombrosa, incluso tenía una vista hermosa, en la noche podía apreciar la luna casi como si la tuviese frente a él, era una vista hermosa. Claro que también tenía sus desventajas, porque en ocasiones sentía que estaba tan cerca del cielo, que imaginaba que podía hablar con sus padres y luego caía en la cruel realidad de que no era así. No importaba cuánto tiempo pasara, él jamás dejaría de extrañarlos.
Marinette notaba que el felino estaba perdido en sus pensamientos, su rostro lo delataba, sentía mucha curiosidad por saber en qué estaba pensando, que era lo que lo mantenía tan ausente. Él normalmente era bromista y casi siempre mantenía una sonrisa en su rostro, ¿qué podría tenerlo así?
—Me gusta este balcón —respondió después de unos minutos. Marinette en ningún momento lo interrumpió, simplemente quiso darle su espacio —. Es lindo y es tuyo —Marinette alzó una de sus cejas. Chat se sonrojó un poco, por lo que se alejó (ni siquiera se había dado cuenta de lo cerca que estaban) —. Quiero decir que tiene tú esencia.
—Supongo que eso es lo que lo hace especial, que es mi balcón —respondió la azabache de modo simple. Chat se había sentido tan avergonzado e incómodo por todo lo que dijo y Marinette lo tomaba de ese modo tan natural, como si no le importara, ella era tan linda —. Sabes que eres bienvenido cuando quieras, creo que es lindo tener un visitante nocturno, además, para ser un felino te portas bien —bromeó.
—Si quieres podría maullarte una serenata, tengo una grrrran voz —habló como un felino.
—Lo aceptaría, pero puede que a mis vecinos no les parezca bien y puede que te caiga algún zapato.
—¡No, ni soñando! ¡Mi rostro es todo lo que tengo, debo protegerlo! —bromeó mientras tapaba su rostro.
—Eres más que una cara bonita, Gatito...
En ese momento ambos compartieron una mirada y un sonrojo cubrió sus rostros. Marinette se avergonzó por haber dicho eso, ¿en qué estaba pensando? Había hablado sin pensar, ¡qué incómodo! Y Chat Noir no pudo evitar sentirse especial, su corazón se aceleró. Ambos evitaron la mirada del otro y cambiaron de tema con rapidez, olvidando ese momento.