—Tú sabes que yo confío en ti, Chat Noir, por eso no me molesta que entres en mi habitación —dijo la azabache. El felino se sentó en la cama de su amiga y tímidamente (algo poco habitual en él), estiró su mano y sacó una de las galletas —. No tienes que sentirte tan incómodo, somos amigos y es solo mi habitación, Chat.
—Mientras no aparezca tu padre con intenciones de asesinarme por estar aquí de noche, creo que estaré bien —respondió el felino —. De todas formas me gusta tu habitación, es linda. Es mejor que mi caja de cartón.
Marinette río, Chat también.
—Al menos debe ser una caja ordenada, ¿no?
—¡Para nada! Tiene juguetes tirados por todas partes, algo de leche derramada y una cama sin hacer desde hace años.
Marinette negó con la cabeza y le dio una mirada de reproche, le estaba siguiendo el juego. Chat bajó sus orejitas y de ese modo, ambos comenzaron a reír.
—En realidad soy bastante ordenado —Marinette le dedicó una mirada incrédula —. Lo digo en serio, algún día cuando te pueda contar mi verdadera identidad te prometo que te invitaré a mi habitación.
—Sería genial conocer tu habitación, si te soy sincera no te veo como a un chico ordenado —admitió.
Internamente Adrien pensaba: "si supieras que ya has estado en mi habitación y que es ordenada. Aunque tampoco creo que puedas creer que el rebelde y travieso Gatito es en realidad el simple y aburrido Adrien Agreste".
—Supongo que es como la habitación de cualquier adolescente —mintió mientras sonreía, sabía que su habitación era bastante genial.
—Sí, debe ser... —ahora Marinette sentía mucha curiosidad. ¿Cómo sería esa habitación? ¿Realmente ese Gatito era alguien ordenado o solo estaba intentando quedar bien? Ahora tenía muchas dudas al respecto.