—Jamás me cansaría de comer tus postres, realmente haces los mejores macarons de todo París —Chat comió uno de esos postres y dejó salir un ronroneo. Marinette estaba acostumbrada a que el felino dejara salir a su Gatito interior, por eso estaba acostumbrada.
—Me alegra mucho que te gusten, Gatito.
—¿Gustarme? Esa palabra no hace justicia, es casi una ofensa —la azabache sonrió y rodó levemente los ojos ante eso, estaba siendo bastante dramático en ese momento —, ¡Me fascinan, son los mejores! Tú eres una gran repostera —de ese modo, Chat le dio un beso en la mejilla.
—Eres todo un adulador, Gatito —Marinette sonrió.
—Pero te gusta que sea así, por eso me esperas con postres —se defendió el Gatito.
—Es que prefiero darte postres en vez de golpearte con la escoba o lanzarte un zapato —bromeó la azabache y ante eso, ambos rieron.
