Esa noche, Marinette y el felino comenzaron a hablar sobre el baile escolar de la azabache. Un baile que no había sido muy lindo, pero aún así lo recordaba bastante bien, había sido una completa locura.
—Tuve que organizar todo, aunque no lo hice sola —le contó la azabache —. Fui la reina del baile, aunque todo fue bastante solitario... —un suspiro escapó de sus labios.
Adrien recordaba todo eso, él no pudo estar en ese baile, aunque de todas formas peleó. A él le hubiera gustado participar de ese baile, era una experiencia que había perdido y eso no le gustaba, él quería ser un chico normal y vivir las mismas experiencias que los demás, aunque su vida no era nada normal.
—Si te soy sincera, agradezco que ese no haya sido mi baile de graduación, me gustaría que ese baile sea inolvidable.
—Princesa, ¿y si bailamos esta noche? —preguntó el felino.
Marinette lo miró fijamente. Ambos se encontraban en el balcón de la azabache, habían comido algunos dulces y bebido chocolate caliente, amaban pasar el tiempo juntos, siempre tenían temas de conversación o simplemente se acompañaban mutuamente, se entendían bien.
Los ojos del felino brillaban, gracias a la luz de la luna se veía muy lindo. Ella no podía notar lo nervioso que él se sentía.
Él la tomó de la mano y la ayudó a levantarse.
—Sé que no estamos en un baile, pero creo que ambos merecemos un baile juntos —de ese modo, Chat la acercó más a él. Después de eso, tomó su bastón y gracias a una de sus funciones, puso música lenta.
Ambos estaban juntos, bailando casi abrazados. Era un baile íntimo, especial para enamorados. Puede que no se trate de un baile oficial, pero para ambos sería completamente inolvidable.