Primera Lección

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—Tarde. Tsahik. —espetó el coronel, mientras se acercaba a Omli.

Ella se incorporó como mejor pudo, se levantó y se paró frente a su cama, intentando imitar a los demás soldados. Su cabello, pasó de ser una melena rizada o ser un esperpento blanco. Las plumas estaban desechas por haberse frotado contra la almohada, las trenzas a los costados del rostro de Omli tenía un par de pelitos salidos. Su atuendo, bastante desaliñado debido a la fricción contra las cobijas:

Su cabeza estaba adornada con una diadema de hueso, misma que rodeada sus cienes, uniendo las puntas sin tocarse en la frente, cerca de la raíz de su cabello. De aquella diadema se trenzaban los mechones de cabello que habían sido pintados y adornados con plumas y cuentas de cada clan que ella visitó y fue parte.

Su cabello era largo, hasta llegar a la cintura. Lo usaba suelto, tan solo sujeto por algunos tramos enrollados en la diadema de hueso, fijando las trenzas que caían por su blanca melena.

Sus orejas tenían varios aretes con piedras violetas y colgantes de piedras transparentes. Regalos del clan del Tayrangi, simbolizando los colores de Isisis, el ikran albino de Omli.

—Lo lamento, Coronel. —dijo Omli, evadiendo su mirada.

—Veo que no descansaste. —parándose frente a ella, observándola con altivez. —No es excusa, Tsahik. Serás nuestra guía en el mundo na'vi, pero eso no te excluye de tus deberes como soldado.

Quaritch se sentía bastante confiado. Dejar en claro su posición como superior y única autoridad ante la hostil era clave para poder, poco a poco, someterla. Asegurándose de que ella no se fuera a rebelarse.

—Debes seguir nuestro ritmo. —sentenció, dando un par de pasos hacia atrás. —Si quieres que sigamos el tuyo.

—Así lo haré, Coronel. —asintió Omli.

Quaritch caminó de vuelta al pasillo, mirando uno a uno a sus soldados.

—Prepararse antes del alba. Cuando el primer rayo toque la superficie del planeta todos deben estar listos. Portando sus uniformes, impolutos. —dando la vuelta. —Tsahik, tu eres la excepción. Tus...vestimentas serán toleradas en cuanto no interfieran con nuestras actividades.

Los soldados rieron.

Omli usaba la vestimenta de una Tsahik. Un collar de cuentas azules y amarillas rodeaba sus clavículas. Del collar una joya verde esmeralda se entretejía con fibras, una pieza de tela semitransparente cubría su pecho en forma de abanico inverso, uniéndose en su espalda, como un manto de solo dos alas. Sobre su pecho hasta su ombligo se desplegaban un par de hilos con piedrecillas, semejantes a las que usaba en el cabello, cada una representando al clan que visitó; este mismo adorno se unía en su manto del lado de la espalda.

La falda que cubría su pelvis llegaba a sus rodillas, tejido en la punta con transparencias y pequeñas piedrecillas como el adorno de su vientre; este dejaba descubiertos sus muslos, apenas cubriendo por siete hilos sus caderas, y estos hilos se unían a la base de su cola. Sus caderas ostentaban la caída de los hilos, asemejando el adorno del vientre.

Además de las pulseras, las tobilleras y la pluma verde en la punta de su cola. Aquel ese era el aspecto de la Tsahik errante, colorido, ostentoso y digno de una emisaria de Eywa. De la cabeza a los pies, los colores y piezas que la adornaban eran registro de su honorable camino por las tierras de Pandora. Llevando como una bandera de paz, sus colores vivos, las voces y testigos de los clanes que la conocieron.

Sin embargo, ante la mirada ciega de sus nuevos compañeros, nada de eso tenía significado.

—Su vestimenta es algo reveladora, Coronel. —bromeó Ja. —Será difícil concentrarme en mis deberes.

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