Hace mucho tiempo, desde antes de que llegaran los humanos, el pueblo na'vi fue visitado por una raza antigua de las estrellas:
—Fngap taronyu... —cubriendo su rostro con sus manos.
Cazadores de metal.
—Vinieron del cielo en sus capullos de metal, no hacían ruido y flotaban en el aire como si no estuvieran ahí.
Ya'et, el anciano cazador Tawkami caminaba alrededor de la fogata, recordando los días de su juventud.
En aquel entonces, cuando Ya'et recién había realizado su ceremonia de iknimaya, él surcaba los cielos de Pandora. Durante aquel vuelo, él divisó aquella gigantesca nave, brillante y de color negro. De repente de aquella nave salieron disparados varios capullos pequeños, los cuales se movieron en distintas direcciones. Cuando Ya'et decidió acercarse a la nave principal para explorarla esta comenzó a cambiar de color, volviéndose invisible.
—Es una leyenda, ¿cierto? —preguntó el Coronel, incrédulo.
Omli escuchaba atenta aquel relato, mismo que ya había escuchado antes y no solo de Ya'et, si no de otros clanes.
—No es una leyenda. —afirmó la Tsahik, mirando de reojo al Coronel. —¿A caso creen que ustedes son los primeros alienígenas en llegar a Pandora?
El Coronel estaba sorprendido.
—Ustedes no son los primeros. —dijo Omli. —Y seguramente, tampoco serán los últimos.
Quaritch estaba intrigado con esa nueva e interesante información, así que estaba ávido por saber más. Incluso los soldados miraban incrédulos, confundidos al darse cuenta que en efectos, ellos no eran los primeros visitantes estelares de Pandora.
—¿Qué hacían esos ellos aquí? ¿Que buscaban?
—Escucha... —señalando a Ya'te
Cuando Ya'et regresaba al campamento Tawkami una luz roja salió disparada del cielo, hiriendo el ala de su ikran, quien cayó precipitadamente al suelo. El cazador intentó aferrarse a las ramas y a las lianas mientras caía. Finalmente en el suelo, corrió a asistir a su ikran, quien rugía de dolor; aunque sus ojos estaban fijos hacia una rama que cruzaba del suelo hasta el tronco de un árbol:
—Sabía que mi ikran veía algo, pero no había nada ahí. —continuó el anciano na'vi. —Cuando el viento sopló percibí un aroma amargo, sentí como el viento se movía extraño, como si algo lo retuviera. Pero mis ojos no veían, era como un espectro lo que me acechaba.
Un estruendo cruzó el cielo, las nubes se arremolinaron pesadas y la lluvia comenzó a caer sobre la selva. Ya'et buscó refugio dentro de un tronco hueco, donde se ocultó con su ikran. Él no podía regresar al campamento Tawkami, además de estar lejos, su ikran no podía volar y claramente, no lo iba a abandonar.
Ya'et intentó dormir, pero algo lo seguía inquietando. Aquel aroma aroma amargo del espectro invisible, los capullos del cielo y el aterrador silencio que emitían.
A la mañana siguiente Ya'et salió en busca de materiales para preparar un ungüento y así sanar la herida de su ikran. Él caminó por largas horas, rastreando los ingredientes, incluso cazó un par de criaturas pequeñas para poder alimentar a su ikran.
Justo cuando terminaba de dar gracias, un sonido inusual lo alertó. Unos chasquidos que jamás había escuchado, un rugido crepitante que no era común entre las sinfonías de la selva. Al girarse no vio nada, sin embargo, alistó su arco y su flecha para atacar.
—Vi como una lanza aparecía en el aire, revelando así la mano de su portador. —relato el anciano.
Una criatura tan alta como los na'vi pero de aspecto demoniaco. Su piel era oscura, con manchas verdosas en el torso. Sus vestimentas eran similares a las de los na'vi, sin embargo, estaba cubierto por piezas de metal y un par de muñequeras que brillan como el mismo material de la lanza. Sus cabezas eran enormes:
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Innsaei
Fiksi PenggemarDos mundos se entrelazan en una historia cautivadora. El coronel Miles Quaritch, un inflexible líder militar humano, y Omli Tzuan, una enigmática Tsahik Na'vi, se encuentran en el centro de un conflicto que desafía sus lealtades más profundas. Mient...