The Jellicle Ball

1 0 0
                                    

El clan entero se juntaba a los costados del pasillo enmarcado por las curvas de las raíces del árbol casa. Antes de entrar al centro del árbol, donde una enorme pira los esperaba, los Tawkami se preparaban para la celebración de la fertilidad. Brindaban, ataban cordeles de colores entre ellos, lanzaban flores y pétalos.

Como un desfile hacia el interior de sus corazones.

Quaritch había reunido a sus soldados, aún inmerso en las conversaciones sobre la lanza alienígena de Ya'et. Z-dog se notaba algo dispersa, mirando a todas partes, por lo que el Coronel se acercó para cuestionarla por su actitud tan incómoda:

—Zdinarsik.

—Coronel. —apenas mirándolo.

—¿Qué estás buscando? Me pones nervioso.

—Las hembras se llevaron a Omli, pero aún no regresan. —cruzándose de brazos. —Ya'et dijo que pronto empezaría el siguiente ritual. Ella ya debería haber vuelto.

Z-dog parecía tener sus reservas respecto al Clan Tawkami.

Omli bajó las escalinatas de madera en el costado opuesto del pasillo, apresurada pues la entrada del clan al árbol era inminente. En su camino, intentó atravesar el tumulto de Na'vis en éxtasis. Una de las hembras pasaba, cargando un jarrón de Kalin pxir y al ver a Omli mirando a todos lados y sin un recipiente en la mano, rápidamente se acercó a ella:

¡Tsahik'syulang! Oe ngati kameie. Ten, no te quedes sin entrar en la euforia de la celebración.

Incapaz de negarse ya que la hembra la tomó desprevenida, ella tomó el recipiente. A punto de beberlo, pensó de inmediato:

—Ma'Eywa, —buscando a la hembra del jarrón. —no le pregunté si este era el kalin común o el especial. —mirando el recipiente. —No, no puedo arriesgarme. Si bebo del kalin especial seguramente el intento de Luna por usarme para seducir al Coronel surtirá efecto. —dejando el recipiente junto a una planta luminiscente. —Y juro por Eywa que eso no va a suceder, no hoy Gran Madre. No hoy.


Eso lo veremos...


Omli continuó su camino, abriéndose paso entre los Na'vi. En el momento en que las antorchas se encendieron, explotando con varios colores, como lo harían los fuegos artificiales de los humanos, todos los Tawkami despejaron el centro de la entrada.

Fue entonces que Omli fue encontrada por su clan.

—¿Esa es Tsahik? —dijo Mansk, bajando un poco sus gafas oscuras.

—Sí, es ella. —agregó Warren.

Omli notó que estaba en medio del pasillo, sin nadie más que ella ahí. Sintiéndose observada buscó dónde huir. Hasta que escuchó la voz de su comandante:

—¡Tzuan!

Omli volteó y su cara de angustia se encontró con un reflejo interesante. El rostro del Coronel mostraba cierto asombro. Ella rápidamente corrió a su lado, intentando que no fuera tan notorio cómo se había quedado en medio del pasillo.

—Gracias Gran Madre, —dijo Omli, acomodándose junto a Prager y Brown. —pensé que no los encontraría. ¿Cómo les fue con Ya'et? —sonriéndoles. —¿Por fin creyeron su historia?

Los tres idiotas. El Coronel, Prager y Brown tenían la mirada un par de centímetros abajo del cuello de Omli.

Y ella lo notó.

—¿Sucede alg... —dijo, sin embargo, al seguir el rastro de las miradas, rápidamente lo dedujo, dándoles la espalda.

—¡Diablos, Tsahik! —exclamó Z-dog. —Te ves muy sexy. —mirando al mismo lugar: sus pechos.

InnsaeiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora