Sexta Lección

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—Coronel, no haga esto. —insistió Lyle.

Sin embargo, ya era tarde. Ambos habían llegado a la sala de comando.

La mirada de Quaritch era determinante. La pregunta era:

¿Qué estaba pensando?

¿Qué iba hacer con Omli?

—Bienvenida al equipo. —dijo Ardmore, estrechando la mano mecánica con Omli. —Omli Tzuan, ahora eres parte del proyecto de colonización humana en Pandora.

Omli ostentaba su uniforme verde militar, su melena blanca ya no ondeaba rizada, salvaje; ahora lucía una sola trenza, dejando apenas dos rizos caer sobre su frente.

—Muchas gracias, general Ardmore. —respondió Omli. —Haré todo lo posible para que nuestros mundos logren coexistir.

—Eso espero. —respondió, mirándola con grandes expectativas.

Quaritch quedó mudo. Sus pies siguieron avanzando, pero sus ojos no creían lo que atestiguaban.

—¡Ey! ¡Coronel! —saludó Zhang.

—Acababamos de mandar a López por usted. —dijo Z-dog.

Al voltear, la mirada de Omli se iluminó, sonriéndole con inmensa dulzura.

—¿Qué está pasando? —cuestionó Quaritch, incrédulo

—Lo impensable, Coronel. —respondió Ardmore. —Años de planeación en negociaciones y tratados diplomáticos, finalmente resueltos.

Quaritch no entendía un carajo.

—Sabía que ella era demasiado buena para ser verdad. —agregó Ardmore. —Quien diría que la señorita Omli fue parte del programa de embajadores.

—Ahora todo tiene sentido, ¿no, Coronel? —dijo Brown, notablemente alegre. —Ella siempre estuvo de nuestro lado.

—Así lo quiso nuestra Gran Madre. —dijo Omli, sonriéndole.

Tan pronto Omli terminó el primer bloque de actividades del día, ella y los demás soldados de la unidad Recom se reunieron. Omli, inspirada por el ardor en su pecho, ella sintió una vez más el llamado de la Gran Madre, palpitando en su:

...corazón ardiente. —pensó.

Ella decidió revelar la verdad a los soldados, su verdad, para luego presentarse formalmente con la general Ardmore y ofrecerle su apoyo. Como una aliada del pueblo na'vi para los humanos.

—Cuando termine con la unidad Recom, quisiera quedarme. —mirando con total certeza a la general. —Como sabrá, fui entrenada para desenvolverme como embajadora ante los clanes na'vi. Mi primera misión resultó ser exitosa, hasta el...incidente. —bajando la mirada. —Sin embargo... —irguiendo su postura, orgullosa. —Sé que es complicado para ustedes comprender la forma en que este mundo funciona, pero quiero ayudarlos. Quiero que comprendan cómo es vivir aquí, como funciona el equilibrio; y así como logré mostrarles mi mundo a los soldados, —mirándolos. —quisiera hacer lo mismo con ustedes. Quiero enseñarles a ver. Si me lo permiten...

Atónita y aún con su habitual expresión rígida, Ardmore no podía sentirse más contenta. La petición de Omli por formar parte de sus filas era justo la clase de resultados que quería reportar.

No había forma de negarse.

—Solo tengo una condición. —agregó Omli.

A solo una semana de la gran prueba: la ceremonia de iknimaya, los soldados estaban ansiosos.

Para ese momento, en su última visita a la selva, Omli había llamado a Isisi, su amada ikran. Quién no dejaba de revolotear alrededor de su jinete. La joven Tsahik aprovechó su reencuentro para explicarles algunos asuntos respecto a los ikran y de paso, llevándose a Zhang a dar un paseo, pues él se había ganado el honor de conocer uno de los secretos de los ikran.

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