Segunda Lección

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Los soldados habían cavado tres zanjas, mientras tanto, Omli junto a otros soldados se encargaron de recolectar flores y algunas pertenencias personales.

Cuando el sol comenzaba a salir, todos adornaron las zanjas con las flores, Omli cantaba. Todos se formaron en línea frente a los soldados caídos. Un par de disparos rompieron la quietud de la mañana, en honor a ellos, luego saludaron en posición de firmes.

Cuando la niebla de la mañana comenzaba a emerger del suelo, Omli llamó tres semillas:

—Estas son semillas del Árbol de las almas. —mostrándoles las semillas flotantes en sus manos. —Atokirina.

Mientras Omli pasaba con cada uno, algunos sollozaban, maravillados por el misticismo de aquella semilla. Quaritch permanecía reacio a tales ritos, pues él estaba acostumbrado a no prestar su corazón ante el dolor de la pérdida. Además, según él, ellos podía volver a la vida, en un eterno círculo de infernal renacimiento.

—La semillas son espíritus muy puros, son las almas de nuestros ancestros más antiguos. Na'vi de las primeras canciones, guías que conducen las almas hacia Eywa, sus mensajeros.

Omli se inclinó sobre las zanjas y depositó una a una las semillas.

—Ahora ellos son parte de nuestra Gran Madre. El espíritu que se les prestó a través de sus cuerpos es ahora devuelto, de ellos brotará un nuevo árbol sagrado. —explicó mirando al cielo, extendiendo sus manos. —Son na'vi ahora, dentro de nuestra Gran Madre. Ellos vivirán eternamente... —palpando su propio pecho.

Omli continuó sus cantos, mientras los demás llenaban las zanjas de tierra.

Aquella mañana se sintió particularmente pacífica. La general Ardmore les concedió un par de horas para la ceremonia y luego, continuarían con sus deberes. Aún así, el resto del día fue bastante apacible. Los soldados nunca habían sido participes de una ceremonia tan amable, tan esperanzadora. La promesa real de que ellos seguirían vivos era reconfortante, pues apaciguaba la perpetua incertidumbre humana del más allá.

En Pandora, la vida después de la vida era real.

Los demás regresaron a sus actividades. Omli se quedó, meditando en silencio la pérdida de sus tres aprendices. Ella pensaba en lo mucho ellos la molestaban, como se burlaban:

...pero después. —respirando profundamente. —Aprendí a quererlos, me reí con ellos.

Omli vio en ellos la memoria de sus hermanos en TAP, los pequeños que también fueron raptados de su hogar. Los mismos que también murieron durante un encuentro entre enemigos humanos y na'vi.

Ella miró las zanjas, la tierra que los cubría. Colocando sus manos en el suelo, tomó aire y exhaló poco a poco. Sus pecas se iluminaron, su cola serpenteaba; las pulsaciones de su corazón vibraron hasta el suelo, de donde emergieron pequeños brotes de pasto, las enredaderas buscaron su camino y se asentaron sobre las tumbas.

Ahora están con Eywa... —pensó, contemplando la vegetación emergiendo de las tumbas.

Gracias al gesto de la ceremonia, las pérdidas de Sean Fike, Alexander Ja y Maria Walker sirvieron para unir los lazos entre Omli y los soldados. Olvidando rápidamente el desliz con los niños de Sully; la Tsahik se volvió un elemento importante de la unidad Recom y con ello, la confianza se volvió más fuerte.

—Aquí... —señalando su vientre. —El origen de la vida...tirengop. Vida

Omli y los soldados de la unidad meditaban en un área fuera de Bridgehead. Un lugar ya habitual para ellos pues, entre las ramas, las raíces y la espesa vegetación, los soldados continuaban afinando sus habilidades en el camino na'vi.

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