Cuarta Lección

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—¿Qué escuchas, soldado? —dijo Omli, acercándose a Zhang.

Ella hablaba como el Coronel, solo que con la ternura que él jamás demostraría.

—¿Hmmm? —quitándose los audífonos. —Hey, ¿Que hay, Tsahik? ¿Ya de mejor humor?

—Si. —respirando profundamente. —Mi corazón arde en paz.

—Qué sorpresa. —dijo Warren, apoyando sus manos en los hombros de la joven na'vi. —¿Lista para pagar tu deuda?

Omli sonrió, aunque no con tanto agrado.

—¡Tsahik! —exclamó Z-dog, desde el área de pesas. —¡Te queda bien el uniforme!

Omli fue al gimnasio, infortunadamente, ella había perdido una apuesta con el grupo y debía pagar.

El día anterior, mientras ella los puso a correr, con las mismas condiciones de capturar la pluma en la punta de su cola a cambio de un secreto de los ikran; Quaritch sugirió un cambio de juego:

—Bien, hagamos esto un poco más justo. —dijo Quaritch. —Qué les parece esto, por cada vez que uno de nosotros capture la pluma amarilla, no solo Tsahik dará al ganador el secreto. —mirándola con altivez.

Aquella situación le divertía al Coronel. Aunque para Omli, era:

—¿Qué querrá de mi? —pensó.

—Ella tendrá que acompañarnos un día entero en nuestra rutina. —arqueando una ceja. —¿Qué les parece?

Ella bajó la mirada, sin embargo, ocultaba una sonrisa de confianza.

—Me parece justo. —dijo Lyle. —Nosotros tenemos que adaptarnos a tus lecciones, Tsahik. Pero tu misma lo has dicho: equilibrio.

—Si. —agregó Mansk. —Es hora de que también comprendas un poco nuestro lado.

—Bien, como dicen, es justo. —levantando la mirada. —Si eso los motiva, lo acepto. Solo espero que por fin puedan alcanzarme... —sonriendo con malicia. —El ritmo que conocen es...el normal, ahora tendré que usar todas mis fuerzas para evitarlos , soldados. —afirmó confiada. —No planeo cargar con costales de arena. —haciendo alusión a lo que ella veía de los entrenamientos de los soldados.

Los demás soldados aprobaron la moción. Y quien gozaba de aquellos vitoreos por la brillante idea, era el mismo Coronel, quien se acercó a ella.

—Todos en la línea de salida. —exclamó, apartando a los demás.

Él apoyó su mano en el hombre de Omli, murmurando en su oído.

Su voz era distinta. No era la voz de mando, ni la de molesta elocuencia...

—Me encantaría verte con el uniforme, Tsahik... —gruñendo suavemente. —El verde militar te quedaría bien.

Omli sintió un escalofrío recorrer de su nuca, hasta su espalda baja. Su cola serpenteó y sus orejas bajaron, ella retrocedió un par de pasos. No pudo responder, las fuertes palpitaciones de su corazón le aturdieron la razón.

Ma'Eywa... —suspiró, sintiendo su corazón erizar la piel. —Mawey ma'txe'lan...mawey...mawey

Ella fijó la mirada al frente, preparándose para correr.

Entonces, el mismo escalofrío de hace un momento volvió, un poco más tenue, pero aún presente. Sintió que una mirada en particular la acechaba. Al mirar hacia atrás, se encontró con los ojos del Coronel. Ella lo amenazó con una mirada desafiante; y él, respondiendo a su gesto hostil, simplemente le guiñó un ojo, sonriéndole con sus perlados colmillos.

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