Aquella noche, Omli tuvo su primer encuentro con las festividades humanas. Al menos, desde la perspectiva de un grupo de militares locos.
En lugar de la ceremonia formal y solemne que ella había previsto, la realidad resultó ser una experiencia llena de sorpresas. Ella había esperado un evento lleno de protocolos y rigidez, pero lo que encontró fue algo completamente distinto.
Luego de que el Coronel le entregara formalmente sus chapas de identificación en una breve ceremonia, los soldados se congregaron fuera del dormitorio. A la luz de una gran fogata y con mucha cerveza fluyendo por latas, celebraron lo que para ellos representaba la iniciación de un nuevo soldado en sus filas. La seriedad que Omli había anticipado fue sustituida por una atmósfera digna de ser llamada una celebración.
La fogata iluminaba los rostros sonrientes de los soldados, sus sombras danzaban al ritmo de la luz que se proyectaba en la oscuridad. Las risas y charlas llenaban el aire mientras compartían historias y bromas. Para Omli, esta celebración fue una ventana a la cultura humana, una visión de cómo los humanos valoraban y honraban a sus guerreros. De formas muy peculiares.
La imagen que ella tenía de los soldados, como personas crueles y egocéntricas se desvanecía. Los humanos no eran tan malos después de todo, y una vez más, eso quedaba demostrado.
Omli portaba su atuendo verde militar, finalmente, lo aceptó con honor; ya no representaban las cadenas de su pasado. Ahora era un símbolo de orgullo y honor.
Mientras la noche transcurría, entre juegos y bromas, el alcohol fluía. Bastante, por no decir:
—...no puedo. —djo Omli, negandose a recibir una lata más de cerveza.
Sin embargo, debido a la insistencia de los soldados y la importancia del evento en celebración de su nueva compañera, Omli simplemente no pudo decir que no.
La noche continuaba. López le enseñaba a Omli como bailar ritmos latinos, canciones con las que él había crecido. Melodías únicas del planeta Tierra. Luego, mareada, ella volvía a sentarse cerca de la fogata, donde Prager, Warren y Z-dog le enseñaban a jugar Black Jack. Después de rendirse al no lograr ganarle a los soldados, mas que una sola vez, Omli se levantó por un trozo de carne asada; ella respiró profundamente y miró a sus compañeros, su honorable clan, sus amigos. Ella miró el cielo y agradeció a la Gran Madre por ellos, por la estrella que los vio nacer y por la nada en el espacio que los trajo a su mundo.
Ya cerca del final de la velada, después de absurdas charlas sobre quién era el mejor jinete, quién era el más fuerte del grupo o quién era el más hombre de ellos:
—Yo, por supuesto. —bromeó Z-dog, escupiendo su chicle al fuego.
—Claro que no. —espetó Prager, dándole un empujón en el hombro.
—¿Lo dice quien casi se cae de su ikran? ¿Dos veces?
Los demás rieron.
—Quien tiene los pantalones mejor ajustados soy yo. —dijo Lyle, apretando la lata vacía. —Si no fuera porque Tsahik calmó al enorme Thanator que la acompañaba, juro que le hubiera disparado hasta terminar todas mis municiones.
—No es cierto —interrumpió Omli, limpiando su boca. —Estabas escondido detrás del Coronel. Recuerdo cómo mirabas al palulukan con terror. Parecía que te ibas a desmayar.
Los demás rieron aún más.
—Todos sabemos que quien se lleva el título de virilidad es el Coronel, —dijo Zhang. —fin de la discusión.
—Eso es obvio, idiota. —dijo Brown, jalando de su cordón neuronal. —Hablamos de nosotros, los mortales...
Omli sonrió, ella estaba de acuerdo. Y más ahora que su cuerpo entero cosquilleaba, su mente disminuía razonamientos y sus sentimientos brotaban a flor de piel.

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Innsaei
FanfictionDos mundos se entrelazan en una historia cautivadora. El coronel Miles Quaritch, un inflexible líder militar humano, y Omli Tzuan, una enigmática Tsahik Na'vi, se encuentran en el centro de un conflicto que desafía sus lealtades más profundas. Mient...