Capítulo 32 | Nuevos comienzos.

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Capítulo 32 | Nuevos comienzos.


La despedida de Marisa y Ryan en el aeropuerto sobre todo fue húmeda, más que otra cosa. Las que acabamos llorando sin parar fuimos nosotras, Harper y Ryan decían que no era para tanto porque nos volveríamos a ver.

Hoy era el día de mi quedada con Stiven. Así que, al salir del trabajo me cambié de ropa y fui hasta la playa. Incluso Harper estaba más emocionada que yo porque iba a socializar con un hombre.

— Hola, Emma. Me alegro de verte.

— Yo también.

Nos sentamos en las tumbonas junto a las hamacas que daban en frente del mar.

Mis vistas favoritas.

— ¿Qué tal te está yendo todo?

— Hace poco por fin di el paso de ir al psicólogo. Creo que me hacía falta y como dijo Harper, todos debemos pasar por ahí alguna vez. –dije dándole un sorbo a mi bebida fresca.

— Concuerdo contigo. Yo de pequeño en el instituto también iba, pero cuando empecé la Universidad lo dejé. Al principio era porque no me daba tiempo ni a respirar y luego ya no lo retomé. –dijo dándole un sorbo a su mojito.

Nos pusimos al día de todo lo que nos teníamos que contar y pasamos una tarde de risas y chistes malos, la verdad es que fue una tarde muy agradable.

— Hacía tiempo que no me reía tanto. –dije secándome las lágrimas de la risa.

— Pues siempre que estés dispuesta a compartir unas carcajadas, puedes llamarme. Toma, apunta tu número. –me tendió su móvil–. Me lo cambié hace poco y los números se me borraron, así que tienes el privilegio de ser la primera persona sin contar a mi familia de estar en entre mis contactos.

No sé por qué me hizo gracia eso, pero volví a estallar en una carcajada.

Apunté mi número y seguimos poniéndonos al día. Estábamos tan cómodos que hasta se nos hizo de noche.

— Deberíamos irnos ya, es muy tarde. –dije.

— Déjame que te acompañe, me quedaré más tranquilo sí sé que llegas bien a casa.

— Está bien.

Al llegar a casa me invitó al día siguiente a comer, a lo que yo le dije inmediatamente que sí.

— Gracias por esta tarde. No sabes cuánto la necesitaba.

— Siempre estaré a su disposición señorita Miller.

Negué sonriendo.

— ¿Ves normal que me duelan las mejillas de reírme tanto? –dije tratando de parar.

— Teniéndome a tu lado lo veo normal, sí.

— Nos vemos mañana. –finalice la conversación.

Metí la llave en la cerradura y me giré.

Stiven seguía ahí, en la posición que lo dejé. Me despedí agitando la mano y me metí dentro de casa.

— He quedado con Stiven para ir a comer, no me esperes. –le dije a Harper.

— Vale. Últimamente hablas mucho de él, ¿sois sólo amigos? –preguntó levantando una ceja.

— ¡Claro! Yo por lo menos sólo lo veo como un amigo y estoy segura de que él no está interesado en mí. –dije introduciendo dinero en la caja registradora.

Todo Lo Que Nunca Te DijeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora