Capítulo 42 | Una sorpresa (no) agradable.
Después de ese pequeño incidente, nos encontrábamos en un sitio muy elegante. Lo dejé pasar por si me lo contaba él por voluntad propia. Era muy grande el sitio, parecía de primera clase. Estaba compuesto por unas mesas redondas situadas en distintos puntos del gran restaurante y unos cuantos camareros paseándose de mesa a mesa.
Stiven nos condujo hacia una mesa situada al lado de la ventana en la que se podía observar una parte preciosa de la ciudad. Stiven dio la vuelta a la mesa y me retiró la silla para que me pudiera sentar. Al gesto tan gentil yo le sonreí de vuelta. En la mesa había un vaso largo transparente con una rosa roja dentro de él.
— Disculpad, ¿qué desearían? –preguntó el camarero vestido con un uniforme blanco y una bandeja en la mano.
— Me gustaría... –dije mirando la carta con detenimiento– una lasaña.
— A mí tráigame lo mismo, por favor. –dijo Stiven.
— Ahora mismo se lo traigo.
Se alejó y por fin pude preguntarle por esta cena.
— ¿Qué celebramos? Es decir, no es que no me guste esto, es que me gustaría saber por qué me has traído aquí. –pregunté.
— Me gustaría proponerte algo. –comentó frotándose las manos–. Iré directo al grano. ¿Te gustaría casarte conmigo?
¿QUÉ? ¿Boda? ¿Ahora? ¿Tan temprano?
Stiven me miró con cara de sorpresa y decepción debido a la mueca de aterrorizada que puse.
— No te lo tomes a mal. No es que no quiera casarme contigo, es que es demasiado pronto. Apenas tengo veintidós años y me parece muy precipitado. –expliqué.
— Sí, quizá debería haberte preguntado primero lo de vivir juntos.
Creo que no lo ha entendido bien.
— Aquí tienen. –dijo el camarero de antes poniendo los platos sobre la mesa.
— Gracias. –agradeció Stiven.
Cuando se retiró el camarero no perdí el tiempo en aclararle lo de antes.
— Escucha, no quiero que me malinterpretes. Es que estamos muy bien como estamos, ¿no? No es necesario casarse para demostrar el amor hacia la otra persona.
Si algo tenía claro era que no me casaría en mi vida. Las bodas nunca me han gustado y me parece una pérdida de tiempo absoluta. ¿Por qué tienes que demostrarle tu amor a la otra persona firmando un papel y delante de un cura? Es igual que San Valentín, no me gusta para nada desde nunca. Siempre lo he detestado. Al igual que el matrimonio no era necesario mostrarle tu amor a esa persona un día del año, tenía que demostrarlo cada día.
Seré la única persona en el mundo a la que no le gusten esas cosas, pero de momento no voy a cambiar de opinión.
— Tienes razón, es que te miro y cada día estoy más enamorado de ti y sé que quiero compartir el resto de mi vida contigo. Es... no sé cómo explicarlo.
— Yo también siento lo mismo, pero el matrimonio no es una cosa que me entusiasme. ¿Entiendes?
— Por supuesto, lo respeto y lo entiendo.
Si algo me gustaba de Stiven era que es muy comprensivo y respetuoso. Nunca me presionaba a hacer algo que no quisiera, sin duda era lo que más valoraba de él.
ESTÁS LEYENDO
Todo Lo Que Nunca Te Dije
RomanceEmma se muda a una ciudad nueva para comenzar su año universitario, teniendo que hacer su vida en solitario. Pero, durante el periodo conoce a Jake, un chico que pone su mundo patas arriba desde su primer encuentro. ¿Logrará Jake enamorar a Emma?