Capítulo 39 | El artículo.

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Capítulo 39 | El artículo.


Llegó la quinta noche que me quedaba despierta y no dormía las horas correspondientes. Hasta que empezó a pasarme factura. Stiven no mejoraba, sino que empeoró. Sin embargo, no fue ninguna sorpresa para ambos, pues la doctora nos dijo que esto le duraría una semana entera.

Para empezar, no iba a trabajar porque me quedaba todas las noches despierta por si a Stiven le volvía a dar fiebre o le pasaba algo. Llegamos a este punto las ojeras se empezaban a pronunciar debajo de mis ojos.

Entre su gripe y la noticia que acababa de recibir ya hacía unas horas estaba inquieta. Hace unas cinco horas aproximadamente mientras le tomaba la temperatura a Stiven por cuarta vez en el día, pinché en un enlace del periódico oficial de la policía de Denver.

Pues Marisa me mandó un enlace con la siguiente noticia:

El dicho culpable por intento de homicidio y acoso puesto en libertad.

Hace unas horas pudimos comprobar que el (como bien indica el título de la noticia) dicho culpable por intento de homicidio y acoso, ha quedado libre de la cárcel y se le ha visto felizmente por las calles de Denver.

El joven de veintitrés años, Jonathan Williams Smith ha sido puesto en libertad tras intentar asesinar a sangre fría a su padre (al que le dio un ataque al corazón en la parte trasera de su propia tienda de lectura) y acosar a través de este a su novia de su misma edad.

Recuerdo perfectamente lo que sentí en aquel momento, el sentimiento de angustia e inquietud me acompañaron durante toda la tarde. Tenía una pregunta, si Jota fue detenido en Minnesota, ¿qué narices hace él aquí en Denver? ¿Lo trasladaron o ha venido para vengarse?

El corazón me latía a toda prisa, aquella dichosa noticia me hizo revivir el capítulo más morboso y tenebroso de mi vida. Sabía perfectamente que no era el centro de su mundo y que no tenía por qué ser eso. Pero mi mente iba más allá, ¿y si me lo encontrara un día cualquiera por la calle y me intentara matar?

Quizá esté perdiendo la cabeza y esté yendo más allá. Quizá estaba haciendo una montaña de un grano de arena, pero ¿y si lo que pensaba era cierto? Denver era grande, intentaba pensar autoconvenciéndome de que no iba a perder el tiempo conmigo. Probablemente lo que de verdad haría sería hartarse a comer comida buena –y de verdad–. No sabía mucho al respecto de la comida de la cárcel, pero por libros y oídas decían que no era muy buena.

Una voz masculina me sacó de mis pensamientos.

— ¿Sabes? –comentó Stiven.

Por un momento había olvidado que estaba con él recostada en mi cama.

— Perdona, ¿qué decías? –dije saliendo de mis pensamientos.

— Decía que vayas a trabajar, todavía llegas al turno de tardes. No puedes faltar al trabajo para cuidar de mí. –dijo.

No era la primera vez que me lo proponía, pero sinceramente, me relaja saber que estaba bien –dentro de lo que cabe– estando a su lado.

— Lo sé, pero así me quedo más tranquila, ¿vale? –dije trazando círculos en su brazo musculado.

— Insisto. ¿Qué pasa, Em? Llevas distraída toda la tarde. –dijo abrazándome por la cintura.

— No tiene importancia.

— No te voy a presionar. Pero si quieres hablar dímelo, que estoy enfermo, no teniente. –bromeó.

— Jota ha salido de la cárcel. Está en Denver. – admití–. Sé que hace mucho tiempo, pero no puedo evitar sentirme cohibida.

Todo Lo Que Nunca Te DijeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora