Capítulo 27 | La psicóloga.

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Capítulo 27 | La psicóloga.


Debido a la repentina situación que habíamos vivido con el nieto de la señora, nos instalamos enseguida en la casa.

Por dentro era preciosa. Sin embargo, se parecía mucho a la que vivía esta última vez.

— ¡Qué cosas raras nos pasan! –exclamé.

— Es Estados Unidos, ¿qué esperabas? –saltó a la cama para probar el colchón–. Creo que esta habitación me la voy a quedar yo si no te importa. –dijo.

— Qué va. Iré a ver la otra. –anuncié encogiéndome de hombros.

Nos había dado unas pequeñas instrucciones aquella anciana, así pues, me orienté para ir a mi habitación.

Justo cuando entré con la maleta en mi mano, me quedé petrificada.

Al abrir la puerta, pude contemplar un balcón grande que daba con vistas al mar. Al este estaban la cómoda y el armario y al oeste una cama grandísima que tenía toda la pinta de ser comodísima.

Salí dando saltos de alegría por la que me había tocado.

— Harper, no sé qué has decidido, pero me encanta mi habitación.

— ¿De verdad?

— Me flipa.

Harper preguntó si quería que viéramos la ciudad y de paso mirar dónde íbamos a trabajar.

— Dicen que es una pastelería de ensueño. –dijo caminando gesticulando con las manos.

— Esperemos, Harper, esperemos. –dije asintiendo. A fin de cuentas, la más optimista de las dos era ella.

Giramos un par de cuadras y al momento nos dimos cuenta de cuál era la pastelería.

Era una pequeña, situada en la esquina de la calle en la que anunciaba que estábamos en Lakewood concretamente. La fachada era rosa pastel, con el título Good Baker's adornado de una tarta. El interior estaba amueblado con un mostrador largo y unas decoraciones a los extremos. Dentro de él había tartas metidas en unas neveras pequeñas transparentes y las paredes estaban pintadas de rosa pastel.

Dentro había una encargada en el mostrador.

— ¿Qué desean? –preguntó amable.

— ¡Oh! No queríamos nada, solamente estábamos observando el lugar. Dentro de unos días trabajaremos aquí y nos hacía ilusión verlo.

— Encantada, soy Claire, la encargada. Podéis mirar lo que queráis. –asintió sonriente.

Después de ver el local con ostentosidad salimos no sin antes despedirnos de la encargada.

Una vez que llegamos a casa Harper y yo nos tumbamos en el sofá con dos copas de vino.

— Harper, estaba pensando en algo... yo... quiero que me des tu máxima opinión sincera.

— Claro, cuéntame. –asintió dando un sorbo.

— Quiero ir al psicólogo. –solté reincorporándome.

— Vale. –comprendió– Creo que todas las personas debemos pasar alguna vez por ahí. Yo también fui.

— No creo que haya superado de verdad lo que pasó con Jake. Me hundo yo sola, cada vez estoy más deprimida... no sé, apagada. No tengo ganas de nada. Necesito dejar el pasado atrás y seguir con mi vida, porque si no esto va a acabar conmigo.

Todo Lo Que Nunca Te DijeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora