# 25: Primera carrera en Japón

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La oscuridad de la noche rodea un sitio que no llama la atención de absolutamente nadie. Quién iba a sospechar. Absolutamente nadie. Podría bien ser un sitio de trabajo. O un hogar. Pero nadie sospecharía que personas problemáticas estarían ahi en una reunión cuando empujaban a un malherido espía al interior de su propio auto de aspecto lujoso en tono azulado brillante que tenía algunas abolladuras. 

Estaba en un lio.

Saldría de ahi: Quizá.

Pero... no era el día de suerte del espía. 

Su último día. 

—¿Allinol? — el hombre inquiere cuando acercan un enorme tanque de gasolina es vertido en su vehículo. Mirándolo sin sospechar absolutamente nada malo de esto, porque nadie sospecharía de ello no hasta que le rebelasen exactamente que hacía —. Gracias amigos, dicen que esto es bueno para sus autos.

—Eso dicen, el Allinol por sí solo hace bien. 

Solo un botón es encendido para que el auto encienda sus motores, sus ruedas moviéndose, aunque no avanza a ni un solo sitio, creando sospechas en el espía que no entiende absolutamente nada de esto. O porque lo encerrarían al interior del auto, cuestionándose que sucedía... averiguarlo sería el peor desenlace de todos para él.

Y uno que otros conductores sufrirían más tarde.

—Mi examen microscópico ha revelado que tiene una pequeña debilidad — informa él hombre con un monóculo en su rostro, luciendo bastante serio, aunque peligroso por su inteligencia —, parece que al exponerlo a la radiación se vuelve en extremo peligroso.

—Sonríe para la cámara. 

Extrañado observa a la cámara usada... usualmente en las carreras televisadas. No sería de extrañar. Pero en esta situación no lo calmaba. Nada. Ni un poco, las sospechas que todos tenían estaban siendo ciertas, aunque estaban siendo eliminados uno por uno, lentamente, sus juegos... no estaban dando resultados.

Los espías estaban quedándose atrás.

—¿Solo eso quieres? Si gusto cuento chistes — exclama el espía malhumorado. Irritado. Pero un poco asustado en el fondo. 

—Estabas muy interesado en la cámara estando en la plataforma, ahora... serás testigo de lo que hace en realidad.

—Lo que tu digas profesor.

Dice, aunque sin creer absolutamente nada.   

—Hablaste con muchas personas anoche — otro de los hombres dice cuando acercan una pantalla de televisión con fotos del hombre disfrazado en el sitio de encuentro, en tomas con diferentes personas, mujeres y hombres —. ¿Quién de ellos es tu socio? 

—Tu abuelo, ay... no, perdona... era... tu hermano, son tan feos que no los distingo.

—¿Puedo empezar ya profesor Z?

—Energia a cincuenta por ciento. 

La vista buena es dada para que esto comience con entusiasmo ante el resto. Entusiasmo... poco agradable a aquellos con buenos corazones. Pero a aquellos que gustaban de ver sufrir al resto, era diversión, de la mejor diversión que podrían gozar. 

—Este es un emisor de radiación electromagnética — explica el profesor —, no una cámara. Muy pronto el Allinol alcanzara su ebullición, se expande tremendamente causando que el monoblock se agriete con la tensión, forzando el aceite hacia la cámara de combustión. 

—¿Qué me dices de él, le dijiste algo?

—¿Y qué importa? — exclama el espía —. Solo reemplazare el block.

Our Town {Rayo McQueen & Lectora} Cars - FinalizadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora